~ La verdad.

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Cadenas de oro ༺

Sumergidos en la oscuridad de aquella habitación, Alpha y Omega saciaban sus más bajos instintos.
Incluso si Satoru busco resistirse, sólo bastaron unas pocas palabras y feromonas del rosado para hacerle caer, siendo principalmente influenciado por la marca impuesta en su cuello.

Ahora, lo único que oía era el vulgar ruido que producían sus pieles desnudas al chocar... acompañado por la melodiosa voz que escapaba de los labios ajenos.
Itadori no perdía ninguna oportunidad, apenas terminaba su trabajo y volvía a casa, se lanzaba sobre Satoru para que este último lo follara como un animal.

No podía darse el lujo de desperdiciar tiempo y si era honesto, el cuerpo de ese Alpha le hacía enloquecer, deseoso de más.

~ Ahhh si, vamos Alpha... anuda dentro de mí.— pidió a modo de suplica.— Llename con tu sëmen caliente.— con fuerza, sus uñas dejaron marca de su paso por la espalda del peli blanco.

No espero más, el más alto obedeció a la orden, sintiendo su vrga dentro del cálido agujero del Omega.
Una vez más, la fuerza de voluntad desaparecía por completo pero esta vez el albino si era capaz de recordar absolutamente todo lo que sucedía.

Considerándose la peor basura del mundo por permitir que otro Omega lo tomase, cuando su destinado lo esperaba en casa.
Incluso si ya tenía un poco de información, eso no compensaba su infidelidad y el mal actuar que le llevaban a cometer.

Haciendo trabajo pesado durante el día... y revolcandose por la noche.

— ¿Qué estás haciendo ahí?— preguntó con molestia.— Deberías estar acomodando las cajas de la bodega.— ordenó.

— Ya lo hice, señor.— respondió con voz baja, manteniendo su vista al frente.

— ¿Qué hay del jardín?— se acercó un poco más.

— Recojí las hojas secas, pode los arbustos y plante los nuevos rosales.— continuó.

Pese a ser el jefe de un clan muy grande e importante, las tareas le resultaban muy sencillas y era realmente bueno en ello.

— Vaya, fuiste muy rápido y luce bien.— se detuvo a su lado.

Aprovechando su tiempo libre, Satoru tomaba un pequeño descanso en el pórtico que se encontraba frente al jardín, observando atentamente el cielo, deseando poder ser libre como las aves que surcaban el cielo.

A pesar de no llevar correa, su collarín contaba con un rastreador y no podía quitárselo pues contaba con llave.
Los alrededores se encontraban rodeados por guardias y cámaras... justo como la seguridad con la que él contaba en su antiguo hogar.

Digno de un clan importante.

— ¿Hoy no irá a trabajar, señor?— le parecía extraño verlo ahí, siendo tan tarde.

— Yo también tengo días libres, no necesariamente debo presentarme.— respondió de malas.

— Entiendo, señor, lo lamento.— suspiro por lo bajo.

Dejando de un incómodo y largo silencio se firmará entre ambos.

— Y bien...— para romper la tensión y saciar un poco su curiosidad, Yūji habló primero.— ¿Cuál es tu historia?— cuestionó, tomando asiento a un lado suyo.— ¿Cómo terminaste en ese lugar?— sin nada mejor que hacer, le obsequiaría unos minutos para conversar.

— Confíe en la persona equivocada y eso casi me costó la vida.— soltó.— Nunca imaginé terminar así, viniendo de tan buena familia.— suspiro una vez más, ya no tenía nada que perder.

Cadenas de oro [GoYuu] [Omegaverse] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora