• Extra #4

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Cadenas de oro

— Reservame un sitió.— respondió con tranquilidad, antes de vaciar su arma sobre el rubio.

Sin ningún tipo de remordimiento, Yūji demostraba cual era su verdadero rostro, no temía eliminar a cualquiera que se interpusiera en su camino, con tal de conseguir lo que deseaba.

Y siendo Satoru una pieza invaluable, no dejaría que ningún otro Omega intentase llevárselo con él.

— ¿Qué hacemos con el cuerpo, señor?— preguntó Kamo, pidiendo al resto que lo sacaran de ahí para limpiar cuanto antes la escena.

— No quiero que su muerte repentina llame la atención de los otros.— le devolvió el arma, en la cama no la necesitaba.— Así que hazlo pasar por una desaparición.— ordenó.— Quizá una huida con su amante o el típico escondite en otro país.— ofreció.— Lo dejó en tus manos, sé que sabrás que hacer con él.— dijo, antes de marcharse.

Aun si Satoru ya no deseaba buscarlo, sabía perfectamente que otras personas lo harían y, cuando supieran que el último lugar en el que estuvo fue su casa, era evidente que lo culparían a él... así que se prevenía.

— Como ordene, señor.— respondió a la confianza.

Al igual que Inumaki, Noritoshi servía completamente a las órdenes de Yūji... el Omega que lo acogió en su hogar cuando no tenía otro lugar a donde ir.

— Ten esto.— de su bolsillo saco aquel papel que Satoru encontró, mismo que le arrebató, antes de ir abajo.— Asegúrate de limpiar muy bien este lugar, no quiero evidencia de nada.— mencionó con una voz neutra.

— ¿Qué desea que hagamos con el otro sujeto?— pensó, ya que hasta ese momento seguía prisionero en otra de las celdas.

Escuchando absolutamente todo.

— ¿Sigue con vida?— ni siquiera lo recordaba.

— Usted nos pidió que lo mantuvieramos vivo, señor.— confeso, recordando aquella noche en la bodega.

— Ah si, ya recuerdo.— suspiro cansado, la herida comenzaba a doler nuevamente.— No te preocupes por él, sigan como hasta ahora.— era hora de volver, así que salió de ahí.

— Si, señor.— se inclinó.

Hablaban tranquilamente como si la vida de Getø no fuera la gran cosa.

— ¿Yūji, estás bien?— preguntó con miedo.— ¿Dónde estabas?— tomó su rostro con suavidad, cerciorándose de que nada malo le hubiese sucedido al Omega.— Me diste un gran susto cuando no te vi en la cama.— aunque ya podía respirar tranquilo por verlo bien, Satoru aún no entendía porque razón se iba, teniendo una herida grave en el abdomen.

Volviendo del sótano, Yūji agradeció no haberse ensuciado las manos con sangre,  pues rápidamente sería descubierto.
Llevándose una sorpresa al ser atrapado por Satoru en el pasillo, justamente cuando pensaba volver a su lado antes de que despertara.

— Nitta me llamó para resolver un asunto urgente y me llevo mucho más tiempo del que pensé.— respondió de inmediato, dejándose mimar por el Alpha albino.

— ¿Sucedio algo?— se preocupó aún más.

— No es nada de lo que debas preocuparte, ella se encargará de terminar.— le sonreía con suavidad.— Además... ¿Me gustaría saber cómo sabías dónde estaba?— sintió curiosidad, recordando que su casa era extremadamente grande como para ir buscando de habitación en habitación.

— Desperté cuando sentí tu malestar a través de la marca.— susurró, llevando su mano izquierda desde la mejilla del más bajo, hasta la parte trasera de su cuello... donde su dedo índice tocó suavemente para delinear la marca que ahora lo unía a Yūji.— Después tu aroma se encargó de guiarme hasta aquí.— explicó.

Decidido a quedarse con Satoru, el peli rosa le quitó el collarín de seguridad que había utilizado por meses, permitiéndole mostrar la bella marca con la que tantas veces lo domino.
Así como accedió a recibir el lazo de Gojō, convirtiéndolo en el primer macho que conseguía dominarlo... su Alpha.

— Ya veo, es un poco extraño.— siendo una atadura mutua, aun no se acostumbraba por completo a la sensación que le producía en el cuerpo.

— ¿Estás seguro de encontrarte bien?— no quería que su herida se abriera de nuevo.

— Si, no tiene importancia.— repitió.

— Entonces volvamos a la cama.— sonrió, antes de levantar al peli rosa en sus brazos.

— ¿Qué haces?— sus mejillas se ruborizaron.

— Mírate, no llevas zapatos puestos.— ya lo había notado.— El piso esta helado en este lugar, no quiero que te resfríes.— en su condición únicamente empeoraría su situación.

En ese momento Yūji recordó que incluso se presentó ante el Omega rubio vistiendo únicamente una pijama.
En cuanto Nitta le dijo que tenían a Nanami en el sótano, ni siquiera se detuvo a pensar, se levantó de la cama y fue inmediatamente con ellos.

Ahora, gracias a su descuido, un niño de veintidós años lo cargaba como si fuese un bebé.
Pero no le importó, sintiéndose a gusto, Yūji abrazo a Satoru mientras disfrutaba de su fresco aroma de Alpha.
Todo había terminado y por fin podía permitirse estar en los cálidos brazos de su macho.

Dejándose guiar por sus instintos, Itadori comenzó a ronronear, consiguiendo que Satoru mostrara una sonrisa aun más grande, antes de hacer lo mismo que él.

En la comodidad de su nido, disfrutaban de su compañia mutua, olvidándose del resto.

— Felicidades, Yūji.— mencionó Shoko algo emocionada.— Tienes tres semanas de embarazo.— reveló.

— ¿En verdad?— el primero en hablar fue el peli blanco.

— Aunque deberías cuidarte mejor del azúcar, ambos se encuentran perfectamente bien ahora.— los niveles de glucosa estaban ligeramente elevados.— La herida de Yūji ha sanado perfectamente y no debería representar un problema durante el parto.— dijo.

Pasado un tiempo, la pareja acudió al hospital para que Shoko revisara la salud de Satoru, ya que, en los últimos días presentaba náuseas constantes y su apetito se vio afectado.

— ¿Qué hay de sus náuseas?— esta vez intervino Yūji.

La castaña suspiro, a veces no entendía como un niño tan distraido era el jefe de un clan como el suyo.

— ¿Eres tonto?— le insultó.— El Alpha esta experimentado los síntomas del embarazo en tu lugar.— explicó.— Es una reacción natural ya que comparten un lazo.— mencionó.— Si yo estuviera en tu lugar, me aseguraría de darle las gracias correctamente por quitarme un gran y molesto peso de encima.— era una pequeña indirecta.

— Ya veo.— que el peli rosa no pareció entender.

En cuanto Itadori le mencionó las náuseas, la fémina supo exactamente a que se debía y por ello le realizó una prueba a Yūji, aunque, de cualquier forma revisó a Satoru para el seguimiento de su sistema.

— Todo está perfectamente con ustedes, así que largo de aquí.— los echaba.

— Bien, nos iremos ahora.— obedecieron.

— Gracias.— Satoru no olvidaba sus buenos modales con ella, ya que le caía bien.

Recibiendo una pequeña sonrisa como respuesta, ya que no era necesario hacerlo, pues, Yūji se encargaba de agradecer más que bien en su cuenta bancaria.

— Oh sí, casí lo olvido.— los detuvo un momento.— Te llamaré más tarde para darte algunos consejos y recomendaciones.— como su doctora y madre de dos niños, creía que debía advertirle.

— Esperaré.— dijo, antes de cerrar la puerta.

Con una gran noticia como esa, su cerebro aun no procesaba bien.

Por fin tendría lo que tanto había deseado por años, al lado de un Alpha que era apuesto y lo amaba de igual forma.

Entonces... ¿Por qué no se sentía feliz?



~ Rody. ☬

Cadenas de oro [GoYuu] [Omegaverse] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora