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—Ellos son los estudiantes de la academia Keiji —presentó Aizawa, señalando a los tres jóvenes que estaban frente a la clase.

Shoichi fue el primero en dar un paso al frente con una sonrisa despreocupada.

—¡Hola! Yo soy Tanaka Shoichi, tengo 17 años y espero poder ayudarlos —dijo con energía antes de mirar a sus amigos, quienes permanecían en silencio, un tanto incómodos—. La chica de ahí —señaló a Yume— es Shimura Yume, y el chico de aquí es Todoroki Shoto.

Todos los presentes observaron a los tres jóvenes que estudiarán con ellos, pero había algo en el medio albino que atraía las miradas, especialmente la de un peliverde que intentaba recordar dónde lo había visto antes.

—Bien, pueden sentarse —dijo Aizawa, señalando los asientos vacíos.

La clase transcurrió con normalidad hasta que llegó la hora del almuerzo. La mayoría de los estudiantes se acercó a los aspirantes a oficiales, queriendo conocer más sobre ellos. El primero en tomar la iniciativa fue nada más y nada menos que el delegado de la clase.

—Muy buenos días. Mi nombre es Iida Tenya, soy el delegado de esta clase. Si tienen alguna duda o necesitan ayuda en algo, no duden en decírmelo. Estoy aquí para ayudarlos —dijo con su habitual formalidad.

Pero después de la presentación de Iida, todo se descontroló. Los demás comenzaron a hacerles preguntas a los tres amigos, la mayoría dirigidas a Shoto por su apariencia llamativa.

—¿Tu cabello es natural o te lo pintaste?

—¿Usas pupilentes?

—¿Eres el hijo menor de Endeavor?

—¿Tu hermano está soltero?

Shoto, visiblemente irritado, dejó caer la cabeza entre sus brazos y dirigió la vista a la ventana, ignorando por completo las preguntas.

—Discúlpenlo —intervino Shoichi—, no es muy social que digamos.

—No te preocupes, lo entendemos —dijo un chico pecoso con una sonrisa amistosa—. Creo que más bien fue nuestra culpa. Los que deberían disculparse somos nosotros.

—Nah, está bien —respondió Shoichi, restándole importancia—. ¿Cómo es que te llamas?

—S... soy Izuku. Midoriya Izuku. Es un placer conocerlos —contestó el peliverde con una leve inclinación.

El nombre de Midoriya resonó en la mente de Shoto. ¿Dónde había escuchado ese nombre antes? ¿Lo había visto en el festival deportivo? No, lo había visto en algún otro lugar. Mientras intentaba recordar, su mente comenzó a divagar.

—Hey —llamó Yume, interrumpiendo sus pensamientos—. ¿Estás bien?

—Sí, solo me distraje un momento.

—¿Seguro?

Shoto asintió, aunque no estaba del todo convencido. Cuando volvió a centrarse, se dio cuenta de que todos los demás habían desaparecido del aula.

—¿A dónde se fueron todos?

—Bueno, al parecer Shoichi se llevó bien con todos, y como vio que ni tú ni yo estábamos interesados en socializar, decidió abandonarnos e irse con la... ¿Dekusquad? No recuerdo cómo la chica rana los llamó. Y los demás se fueron con sus propios grupos de amigos —explicó Yume.

¿Tanto tiempo había pasado sumido en sus pensamientos que no se dio cuenta de que todos se habían ido?

—En fin, ¿quieres escuchar música? —ofreció Yume, extendiéndole uno de sus audífonos inalámbricos.

Shoto aceptó gustoso mientras sacaba de su mochila el soba que su hermana le había preparado antes de irse a trabajar. Con los palillos, dividió el plato en dos y le ofreció una parte a su amiga para que almorzaran juntos.

Mientras tanto, en una cabaña oculta en medio del bosque, dos figuras conversaban en un ambiente de total tranquilidad, aunque lo que se discutía estaba lejos de ser pacífico

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Mientras tanto, en una cabaña oculta en medio del bosque, dos figuras conversaban en un ambiente de total tranquilidad, aunque lo que se discutía estaba lejos de ser pacífico.

—¿Y bien? —preguntó la primera figura.

—¿Uh? ¿Qué ocurre?

—¿El plan tuvo éxito? —insistió con un tono de urgencia.

—Claro que sí, nadie sospecha nada —respondió el segundo, tomando un sorbo de café—. Solo es cuestión de tiempo para que el plan comience. Sé paciente.

—Sabes perfectamente que he sido paciente. No creo que pueda soportar un segundo más —dijo la primera figura, inquieta.

El otro suspiró antes de citar:

—"La paciencia es amarga, pero su fruto es dulce", dijo Aristóteles alguna vez. Tú tranquilo, viejo amigo. Lo tengo todo bajo control.

Compañeros (Bakutodo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora