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Son las siete de la mañana y es hora que me levante para ir a la secundaria. Odio los días lunes. Las ganas de querer arroparme, igual que una oruga, pueden más. Es invierno y debo levantarme a ponerme varias capas de ropa porque no soy buena para esta época del año. ¿Si solo finjo una enfermedad? Suspiro y miro al techo. Los benditos rayos de sol se filtran a través de mi ventana. Cierro un poco los ojos con el pensamiento un "solo un ratito"; sin embargo, la puerta de mi cuarto se abre de un sopetón tosco.
Gimo de fastidio, sabiendo quién es.
—Buenos días, Mayleen.
Quiero maldecir a querido hermanastro, pero finjo ser una oruga.
Gimo de nuevo. Él ha sacado la sábana.
—No quiero ir a ninguna parte.
Suelta una pequeña risa.
—Esas palabras son aburridas si las dices todos los días.
Tiene razón.
Respiro y de mala gana, me levanto de la cama.
Lo observo con un ceño pronunciado. Sus ojos azules claros brillan con los rayos de luz mañanera. Marc es atractivo con su cabello rubio natural, pero su manera de ser, es otra cosa.
—Quisiera que el invierno se acabara ya.
—Deja de quejarte y bajemos a comer —declara sonriendo y de pie, esperando que no vuelva a dormir—. Sé que eres floja en esta época del año, pero así es la vida.
Así es la vida.
Una frase clicheada.
—Quiero patearte el trasero.
—¿Patearás a tu hermano mayor?
Giro los ojos por su apodo amoroso.
—Buenos días, chicos. ¿Otra pelea mañanera de adolescentes?
Es mi padre.
—No estamos peleando, solo intercambiando unas palabras de hermandad —replico, sacándoles una risa—. ¿Pueden irse de mi cuarto? Tengo que cubrirme de muchos trapos para no sentir este invierno.
—Más te vale que no vuelvas a dormir, jovencita —demanda Marc al lado de mi padre—. No me mires así. A veces, te veo igual que una hija.
No digo nada y le hago una señal para que salieran ambos.
Medio que la puerta se cierra, empiezo a elegir mi vestuario pesado para este día. Odio el invierno porque demoro en vestirme. Desde que mis padres se separaron, he estado viviendo con mi padre. Mamá vivió con mi hermana gemela fallecida. Ha pasado como diez años desde ese evento traumático que marcó nuestras vidas. Recuerdo que papá sugirió vivir con mi madre, pero negué hacerlo.
No podía estar en un lugar donde recordaba a mi gemela fallecida.
Después de cuatro años de la muerte de Holly, mi padre conoció a Lyla, la madre de Marc. Ambos no teníamos una buena relación, pero después agarramos cariños de hermanos. Él es un año mayor. Siempre estuvo a mi lado en los momentos bajos de mi estado emocional por el tema de mi gemela.
Por un tiempo, estuve algo mal.
Me llevaron con psicólogos y psiquiatras. Siempre terminaba llorando y gritando el nombre de mi gemela. No estaba de más. La veía corriendo de un lado al otro. Algo que no era normal; no obstante, esas visiones acabaron poco después. Todo volvió a la normalidad.
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EL PORTAL DE LOS MUERTOS
ParanormalMayleen lleva un dolor que no la deja en paz. La muerte de su hermana gemela, le dejó con huellas, tanto que no puede olvidarse de ella; más aún, cuando se entera que puede ver fantasmas de personas muertas. Ya nada podrá volver a ser como antes. De...