CAPÍTULO 3

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▬♥«♥▬

La escuché y la vi. No entendí lo que dijo, pero la presencié. Su apariencia estuvo igual como el día en que murió. Su aspecto de niña seguía estando congelado. Mis alucinaciones volvieron. De nuevo tengo que ir al psicólogo y hacer terapias, junto a las preocupaciones de mis padres. Recuerdo que les conté a ellos que había visto a Holly correr por el patio de la casa de mi madre. Ambos se preocuparon demasiado. Sobre todo, mi mamá, quien lloró demasiado al escuchar mi relato paranormal y psicótico.

No quiero volver a verla llorar. No después que superó la pérdida de una de sus hijas. Abro los ojos de poco, encontrándome con tres pares de miradas que reflejaban alivio y preocupación a la vez. Trato de levantarme, pero la ropa que tengo puesta impedía mi movilidad.

Maldita sea.

—Te ayudo —habla Marc, ayudándome a sentarme. Toca mi frente como si estuviera comprobando mi temperatura. Aún sigo mareada y con el cuerpo gélido. A pesar que no siento frío.

─Mayleen, nos asustaste a muerte —dice Muriel preocupada—. ¿Cómo te sientes?

Como muerta.

Enseguida echo un vistazo a mi alrededor, comprobando que estaba en la enfermería de mi secundaria.

—Solo algo mareada.

—¿Por qué saliste corriendo de esa manera? —cuestiona Julian—. Te desmayaste en medio sendero de nieve.

¿Qué le puedo decir?

Muerdo mi mejilla interna. Es difícil decirle que vi a mi hermana gemela muerta detrás de un árbol y que habló conmigo. Es posible que pensara que estoy loca y necesito encerrarme en un centro psiquiátrico.

Solo quedo en silencio.

─Mayleen —llama Marc. Pone un gorro de lana encima de mi cabeza—. Si no nos quieres decir el motivo, está bien.

Asiento con la cabeza, sin mirarlos.

Suspiro hondo, lanzando vaho por la boca como si estuviera en el polo norte.

—¿Tienes frío? —pregunta Muriel. Se sienta a mi lado y toca mis mejillas—. ¡Oh Dios! Tienes helado todo tu cuerpo. Necesitas entrar en calor o sino, podrías sufrir una hipotermia.

─Estoy bien, no siento tanto frío.

De cierto modo, no entiendo porque estaba lanzando humo por la boca. Dentro de la habitación hay calefacción. Alguien se agazapa a mi lado y me alza el rostro. Oh, Dios. Esos ojos verdes azulados, están observando con profundidad súbita. Su semblante es de preocupación. Mi corazón no evitar latir apresurado por su cercanía tan íntima. Más aún, cuando toca mi frente. ¡Todo mi rostro lo siento caliente!

─Es extraño, hay calefacción aquí, pero aun así estas botando vapor por la boca. Además, tu piel está muy helada —pronuncia Julian—. ¿No sientes frío? Si es así, tenemos hacer algo para que entres en calor.

─No tengo mucho frío, no sé porque estoy así. Si lo tuviera, estaría temblando y haciéndome un ovillo en la cama. —Un escalofrío recorre por mi cuerpo, haciendo que fregara mis brazos—. Pensándolo bien, sí hace frío.

Marc hace una expresión ceñuda.

Coloca otro abrigo sobre mí, sintiendo otro peso más de ropa. Parezco de esas personas que viven en la Antártida. Ya no puedo moverme por tantas capas de abrigos.

─ ¿Y ahora tienes frío? —pregunta Mar. Sonrío por su trato amable—. ¿Qué?

─No es necesario que me des más abrigos, tengo mucha ropa en......

EL PORTAL DE LOS MUERTOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora