CAPÍTULO 2

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▬♥«♥▬

Arrugo mi ceño y sigo dibujando concentrada.

Ni sé que mismo estaba haciendo. No soy buena con esto como Holly, quien dibujaba hermosos escenarios con sus crayones. Recuerdo que su mirada cambiaba cuando estaba concentrada. Amaba verla brillar haciendo lo que amaba. Suspiro y sigo trazando líneas extrañas que no llegaban a nada. Hay personas que no nacemos para este don.

─Oh Dios, ¿eso es una fruta o una cara de un marciano?

¿Una cara de un marciano?

No es necesario voltear para mirar a la invasora del comentario crítico.

—Buenos días, Muriel

Mi mejor amiga siempre le gustaba burlarse de mis odiosos dibujos.

─Buenos días para ti también, pequeña piccaso —dice, quitando el cuaderno de mis manos—. Oh Dios, ¿esto es un elefante? Parece un animal deforme. Ni que hablar de esta casa, parece una cabaña.

Tiene toda la razón

Le quito el cuaderno de sus manos.

—Si te estás burlando de mis obras maestras, te sugiero que no las veas.

─Son divertidas y buenas en un punto de vista —comenta, agazapándose hasta mi oído—. Escuché que viniste con Julian, el chico más sexy de la historia.

Sí. Es muy sexy.

Hasta a ella, le gustó. ¿Quién no se fijaría en Julián?

—Sí.

─¿Si viste como vino? —pregunta con un suspiro─. Está para comérselo todo.

Río ante su comentario directo.

—Con crema y azúcar.

—Con crema y con todo lo que quieras ponerle. —Pasa su lengua por sus labios y hace una insinuación pecaminosa—. Daría todo para tenerlo en mi cama.

No es la única.

—No eres la única que lo quiere ver ahí.

─Sabía que tus deseos eróticos no estaban dormidos

Ríe y palmea mi hombro.

─Lo decía por las chicas que siempre están detrás de él —explico, girando los ojos. Guardo mi cuaderno de dibujos, para que nadie vea mis horrendos diseños—. Aunque, a veces si me he sentido así.

Aplaude y no para de reírse.

—Así se dice, eres la chica enamorada del sexy Julian.

No conoce discreción.

Cubro su boca enseguida.

—No lo digas en voz alta. No quiero que nadie se entere de que estoy enamorada de él, ¿escuchaste?

─Como diga mi sargento —pronuncia con una mano en frente, igual que un soldado. Su mirada se va a mi cabello—. ¿Por qué no te lo dejas suelto con una diadema? Por cierto, tienes mucha ropa encima. —Frunce el ceño—. ¿Acaso no te pesan?

Demasiado.

A pesar de haber calefacción, tengo frío. ¿Acaso es anormal?

Debería al menos, no sentir tanto frío por la calefacción. De mala gana, empiezo a sacarme las bufandas y el abrigo pesado, pero al hacerlo, una corriente fría azota a mi cuerpo.

—Frío.

—Eres muy sensible a este clima.

—Sí —respondo, volviendo a ponerme más capas de ropa—. Estamos en el polo norte.

─No querida, tú sola estás en el polo norte.

Muriel acomoda el gorro de lana de mi cabeza y sonrío al verla tratarme de manera cariñosa. Igual que una hermana. La última vez que me sentía así, fue cuando Holly estaba viva. Mi gemela, siempre me trató de manera amable. Por ello, no podía dejar de estar a su lado.

Mi gemela fue la mayor por cinco minutos.

Volteo a mirar a la ventana. No deseo que Muriel viera mi expresión de nostalgia. Cuando me veía así, preguntaba mucho y empezaba a mimarme. No es malo; sin embargo, no deseo que mi mejor amiga se sienta mal por mi culpa. Tomo un respiro y un insulto al invierno para concentrarme en los árboles que estaban afuera. Nieve sucumbía del cielo, cubriendo con un manto níveo todo el césped.

Pestañeo varias veces, viendo algo nebuloso en un árbol.

Friego mis ojos y esa neblina se aclara de manera impactante. Una figura translúcida aparece en el tronco del árbol, tomando figura enseguida. Todo mi ser se petrifica. Ella tiene sus ojos tristes y con dolor en mí. Está en su faceta de ocho años. No espero más y ante la llamada de Muriel, corro hacia ahí, sin fijarme en nada. Mi corazón late apresurado en el pecho, mientras una sensación de terror sube a mi garganta.

No me detuve, ni cuando me tropiezo con Julian.

Corro sin detenerme hasta llegar al árbol. Mi respiración es entrecortada y los latidos de mi corazón no paraban de resonar en mi pecho. Hace tiempo que no he visto estas alucinaciones.

¿Por qué ahora?

─Holly.

Susurro su nombre en voz de hilo.

Trato de calmarme y decir que solo fue mi imaginación. No deseo volver de nuevo a esas terapias. Mi familia se preocuparía si les dijera que de nuevo veo a Holly. Cierro los ojos y tomo un respiro hondo, mientras aprieto en mis manos en un puño. No quiero llorar...

No debo llorar....

No puedo llorar....

Ellos te están buscando, te encontrarán. Ten cuidado.

¿Qué?

Sobresalto y busco por el alrededor.

¡Escuché la voz de mi hermana! La dulce y triste voz fue la de ella. Ya no puedo retener más, y lloré, mientras caí de rodillas sobre la nieve. 

 

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