Capitulo 26. El Discurso Final

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Las sombras de la noche se cernían sobre la vasta planicie a las afueras de Tokio. En un lugar donde antes florecían jardines y parques, ahora se alzaba el ejército de la Obsidiana Orden, una multitud de miles de villanos, quirkless, vigilantes y personas con quirks de mutación. Había de todas las formas y tamaños, algunos apenas reconocibles como humanos. Todos compartían algo en común: un profundo resentimiento hacia la sociedad que los había marginado, rechazado y oprimido.

Izuku Midoriya, el autoproclamado Emperador del Dolor, se alzaba sobre un estrado improvisado, su figura envuelta en una capa negra que ondeaba al viento. Sus ojos brillaban con una intensidad peligrosa, reflejando el poder y la convicción que había acumulado en los últimos años. Frente a él, el ejército esperaba en silencio, ansioso por escuchar sus palabras, esas palabras que los habían llevado a reunirse en masa, listos para la batalla final.

Izuku (alzando los brazos, su voz resonando como un trueno sobre la multitud): "¡Hermanos y hermanas! Hoy es el día que todos hemos estado esperando. Hoy, el régimen autoritario que nos ha oprimido durante años, que ha despreciado a los quirkless, que ha temido y aislado a aquellos con quirks de mutación, que ha reducido a los vigilantes a la clandestinidad, caerá. ¡Hoy, ese régimen cruel y despótico conocerá su fin!"

La multitud rugió, sus voces se unieron en un grito de guerra que sacudió el suelo bajo sus pies. Izuku miró a sus seguidores, y por un momento, se permitió una sonrisa. No de alegría, sino de determinación y victoria anticipada.

Izuku (continuando, su voz llenándose de pasión y furia): "¡Por años, hemos sido apartados, rechazados, perseguidos! Los héroes, esos que se jactan de su justicia, no son más que marionetas de un sistema corrupto. Han usado su poder para oprimirnos, para mantenernos en el margen, para definir quiénes son dignos de vivir en esta sociedad y quiénes no. ¡Pero ya no más!"

El estruendo de la multitud se hizo más fuerte, como una ola imparable de rabia y energía acumulada.

Izuku (gritando con todo lo que tenía, cada palabra llena de un odio incendiario): "¡Hoy es el día en que cae este régimen! ¡El día en que se rememore la caída de esta sociedad podrida! Los sistemas de héroes sobrevivientes obedecerán a la Obsidiana Orden o perecerán bajo nuestro poder. ¡Este es el día en que nuestra revolución se completa, el día en que nosotros, los oprimidos, nos levantamos y reclamamos lo que es nuestro por derecho! ¡Que se graben estos momentos en la historia! ¡Porque hoy, hacemos caer a la sociedad corrupta y construimos un nuevo mundo sobre sus cenizas!"

Los gritos de la multitud alcanzaron su punto más alto, resonando como un trueno en la oscuridad. Cada individuo en el ejército de la Obsidiana Orden se sentía parte de algo más grande, parte de una revolución que cambiaría el curso del mundo. Con las palabras de Izuku vibrando en el aire, la marcha hacia Tokio comenzó.

En medio del caos, los hermanos Todoroki, Shoto y Touya, se miraban mutuamente. El fuego de su padre, Endeavor, ardía en sus mentes, y el deseo de venganza latía en sus corazones.

Shoto (con voz baja pero cargada de convicción): "Hoy es el día en que vengamos todos los años de abuso, de expectativas imposibles. Hoy, destruiremos todo lo que él construyó, todo lo que representa."

Touya (mirando a su hermano con una sonrisa torcida): "Y no solo eso, Shoto. Hoy le enseñaremos al mundo lo que significa el verdadero poder. Hoy, hacemos justicia por todos los que han sufrido bajo su yugo."

Ambos asintieron, compartiendo un momento de entendimiento antes de unirse a la marcha, rodeados de llamas azules y blancas, simbolizando su deseo de venganza.

Cerca de ellos, Toga y Shigaraki intercambiaban miradas emocionadas. La sed de destrucción brillaba en sus ojos, y sabían que hoy tendrían la oportunidad de saciarla.

Toga (riendo, con un brillo enloquecido en los ojos): "Finalmente, podremos hacer lo que queramos, sin que nadie nos detenga. ¡Este es nuestro momento, Shigaraki!"

Shigaraki (asintiendo, sus dedos rozando el borde de su mano cubierta con la máscara de su mentor): "Sí. Hoy lo destruiremos todo. Este mundo no merece nada más que ruinas. Izuku nos ha dado la oportunidad de rehacerlo a nuestra imagen, y no la desperdiciaremos."

Nine, uno de los villanos más poderosos, observaba la marcha desde una distancia, preparándose para el combate que sabía se aproximaba. Había estado esperando este momento, ansioso por liberar todo su poder sin contenerse. Sabía que hoy sería un día decisivo, uno en el que no tendría que retener nada.

Nine (con una sonrisa confiada, sus ojos centelleando con determinación): "Finalmente... una batalla digna de mis habilidades. Hoy, no tendré que contenerme. Hoy, demostraremos que somos los verdaderos dueños de este mundo."

La marcha de la Obsidiana Orden avanzó, una marea de destrucción y caos moviéndose hacia las entradas de Tokio. Los tambores de guerra resonaban, y el suelo temblaba bajo el peso de miles de pasos decididos. El cielo estaba oscuro, y una tormenta eléctrica parecía reflejar el conflicto que se avecinaba.

Izuku (caminando al frente de la multitud, con los ojos fijos en el horizonte): "Héroes... han llegado al final de su era. Hoy, el mundo cambiará para siempre, y yo seré el arquitecto de ese nuevo orden."

Mientras la Obsidiana Orden se acercaba a Tokio, las fuerzas de los héroes se preparaban para su llegada. Bakugou, All Might, Star and Stripe, y los otros héroes esperaban en las barricadas, listos para enfrentarse a la marea de villanos que se aproximaba. La tensión en el aire era palpable, y cada uno sabía que el enfrentamiento que se avecinaba decidiría el destino del mundo.

Los héroes habían oído hablar del discurso de Izuku, de su llamado a destruir la sociedad existente y crear un nuevo mundo. Pero no había miedo en sus corazones, solo una firme resolución de luchar por lo que era correcto. Sabían que las probabilidades estaban en su contra, que estaban superados en número y fuerza, pero también sabían que no podían permitirse fallar.

Bakugou (apretando los puños, mirando hacia la ciudad en ruinas): "Izuku... has tomado todo lo que nos importaba, pero no nos quitarás nuestra voluntad de luchar. Hoy, te demostraré que la justicia siempre prevalece."

All Might (poniendo una mano en el hombro de Bakugou, su voz llena de confianza): "Estamos contigo, Bakugou. No estás solo en esta batalla. Juntos, enfrentaremos la oscuridad y la venceremos."

La batalla que determinaría el destino del mundo estaba por comenzar. Ambos bandos estaban listos, sus líderes llenos de convicción y poder. El rugido de la Obsidiana Orden resonaba en la distancia, y los héroes se preparaban para la lucha de sus vidas.

El día de la batalla final había llegado. Y con él, el destino de una era.

Izuku Midoriya: El Emperador Del Dolor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora