Capítulo 5

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Desde aquel día, Tabatha se había mudado a casa de Caleb porque ambos creían que de ese modo, sería imposible que ella pudiera hacer algo sin pasar por delante de la retaguardia del jefe de contaduría

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Desde aquel día, Tabatha se había mudado a casa de Caleb porque ambos creían que de ese modo, sería imposible que ella pudiera hacer algo sin pasar por delante de la retaguardia del jefe de contaduría.

La relación entre ellos se fortaleció tanto que con el paso del tiempo entendieron que podrían ser buenos amigos... con beneficios. O bueno, ellos se concebían de ese modo porque vivían en una relación romántica sin formalizar.

La intrínseca confianza que mantenían los ayudó a sobrellevar el trauma que transitaba Tabatha con su primer trabajo.

Caleb consiguió que la señorita Didier le extendiera el plazo de entrega a la recién llegada porque ella comenzaba a perder las ganas de levantarse para asistir al trabajo.

Así mismo, él llevaba a Tabatha a citas con un médico de confianza porque ella cada vez empeoraba.

«Encontraremos el modo, ella sanará», se decía una y otra vez Caleb, a pesar de que los estudios revelaban que su "amiga" no tenía un tumor en el cerebro, y que lo mejor era utilizar somníferos naturales para sedarla.

—Antes de utilizar jarabes y todo eso, considero prudente que visiten a un último neurólogo... Él podría ayudarlos porque es su especialización —mencionó el contacto de Caleb—. Fran, nunca había tratado con un paciente tan mal como ella.

—No te angusties, lo entiendo —respondió Caleb, sonriendo—. Solo envíame los datos de tu conocido y agendaré una cita.

—Claro, pasen lindo día —se despidió el médico, permaneciendo intrigado ante el estado de Tabatha porque a él también le ocupaba que no sanara con ningún santo remedio.

Tabatha agachaba la mirada, ella se sentía avergonzada porque no deseaba contarle a más personas acerca de sus pesadillas ya que implicaba relatar detalle a detalle.

«Preferiría ser internado dentro de un hospital psiquiátrico», se decía una y otra vez hasta que se convencía de que su estado mental mejoraría, aunque tomara meses o años. Aun así, su angustia se reflejaba en su semblante.

Ella ya ni esforzaba en maquillarse para ocultar sus ojeras, solo elegía un atuendo decente (cero provocador) para salir a la calle sin ser morboseada. 

Su mente todavía se aferraba a debatirle a Caleb que ella no mató a aquellos sujetos.

—Ya te lo he dicho cientos de veces, no salí de casa aquella noche —soltó Tabatha, sintiendo cómo su cuerpo se tensaba ante Caleb—. Ni siquiera conocía al otro muchacho.

—Quisiera creerte, Tabby, pero cuando te encontré... —suspiró él, angustiado porque sospechaba que debía llamar a la policía.

—¡No lo hice! ¡No los maté! —rezongó ella, llamando la atención de la gente que cruzaba la recepción del hospital.

Ella viró hacia su alrededor, observando con detenimiento la gran escena que creó.

Tabatha estaba tan avergonzada que lloró un poco antes de echarse a correr hacia cualquier sitio donde no hubiera gente.

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⏰ Última actualización: Oct 04 ⏰

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