DOS - 𝗛𝗢𝗠𝗘 𝗦𝗪𝗘𝗘𝗧 𝗛𝗢𝗠𝗘

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"Mi corazón es como un libro abierto
Para que todo el mundo lea
A veces nada me mantiene unido en las costuras"

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La muchacha suspiro profundamente mientras pasaba una mano por su rostro, con fastidio

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La muchacha suspiro profundamente mientras pasaba una mano por su rostro, con fastidio. Su vista, cansada, recorrió el salón en el que se encontraba, observando la extraña y excesivamente colorida decoración, que lo adornaba, a su lado también resaltaban unas cuantas frases motivadoras, que invitaban a los estudiantes a mantener sus valores y practicarlos diariamente.
Rendida y extremadamente exhausta, decide tomar su mochila y salir de el lugar, abandonando esa estresante última hora de química, sin detenerse, incluso luego de observar a él Sr. Higgins ingresar a su par.

Tener que asistir a la secundaria era algo que Madeleine dificultosamente soportaba, especialmente porque este era un lugar que apenas conocía, y sin duda alguna se sentía vulnerable, extraña, como si se desconociera a sí misma, como si estuviera vacía.

Y es que Madeleine Marsden, siempre había destacado con un don especial, que la hacía resaltar entre los demás, su cualidad más valiosa, y también aquella que causaba muchos de sus peores malestares.
La joven solía llegar a ser una víctima constante de la nostalgia, aquel sentimiento de tristeza y melancolía, que para su mala suerte, también era su peor defecto. Frecuentemente se preguntaba, existe acaso un peor sentimiento que la nostalgia?

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Mamá, estoy en casa –grito, sin recibir respuesta alguna.

Mamá? –insistió nuevamente, el silencio permanecío.
Por lo que, luego de unos largos e insoportables segundos de espera, Madeleine decidió subir las escaleras, camino a su habitación para descansar, sin embargo, se detuvo con brusquedad en el último escalón, al observar la puerta de esta, completamente abierta.
Es una broma? Pensó antes de ingresar a paso lento, no obstante, nada ocurrió, puesto que todo se encontraba en su lugar, a excepción de la ropa sucia tendida en el suelo, de la cual ella era responsable.

Tu debes ser Madeleine, no? –escucho a sus espaldas, frunció el ceño confusa luego de esas palabras, no era la voz de su madre, y dudaba que el de seguridad hubiera ingresado a su casa sin el permiso necesario antes. Lentamente se dio la vuelta, sin soltar la mochila de su hombro, en caso de necesitarla como defensa.

Madeleine Marsden? –inquirio nuevamente cruzándose de brazos, la mencionada asintió con duda.
Efectivamente, se trataba de un chico, desconocido para su mala suerte, un poco más alto que ella, de cabello claro y ojos oscuros y penetrantes.

Kath te esta esperando –dijo con una sonrisa, Madeleine retrocedio reflejando clara confusión, acción que provocó una carcajada en el muchacho.

Quien. Carajos. Eres. Tu. –soltó con pausas interrogantes, el chico resoplo antes de responder.

Ultraviolence || tate langdon ୨୧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora