Five

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—¡Eres un cobarde, grosero y maleducado, Kim Taehyung! —como era de esperarse, en cuanto todo se supo Nara no hizo nada más que regañarlo. Jimin estaba sentado a su lado en el sofá, Kijung estaba al frente con los brazos cruzados bajo su pecho y una expresión de desilusión y seriedad, y Nara de un lado para el otro, histérica y alzando la voz—. ¿¡Qué van a pensar los Bae de nosotros!? ¡Joohyun es una buena chica! ¿¡Cómo pudiste dejarla tirada en medio de una plaza!? ¿¡Qué tienes en la cabeza, por amor de Dios!?

Mientras ella gritaba, Taehyung veía fijamente los considerablemente profundos rasguños que se había hecho más temprano, cuando se sentía -y seguía sintiendo- tan pecador y asqueroso.

De manera idiota, mientras se devolvía a casa en completa soledad, no dejó de pensar en ese momento. En sus emociones. Fue ahí cuando recordó que aquella chica le había llamado "Kookie" al chico del coro de la iglesia. Debía ser un diminutivo, porque dudaba francamente que alguien pudiera llamarse "Kookie". Sin embargo, tenía algo, y ese "algo" quisiera o no le daba emoción. Ya sabía varias cosas sobre ese chico sin siquiera buscar información:

Le gustaba cantar.

Era fino, de clase alta.

Un diminutivo de su nombre era "Kookie".

Era casto y puro, y eso lo demostraba aquel anillo de castidad en su mano.

Posiblemente tenía pareja, y esa pareja era una chica. Una chica hermosa.

De nueva cuenta, sintió la frustración apoderarse de su ser. Y se volvía a formular la misma pregunta:

¿Por qué un chico y no una chica?

¿Por qué el tal "Kookie" y no Joohyun?

¿Por qué un hombre como él y no algo tan maravilloso como lo era una mujer?

¿Por qué un pene y no una vagina?

¿Por qué le tenía que gustar un maldito hombre?

¿Por qué tenía que ser tan pecador y asqueroso? Era repugnante, horrible, catastrófico.

¿Por qué no podía ser normal?

—¿¡Me estás escuchando o no, Taehyung!? —el aludido saltó en su lugar en cuanto oyó cómo su madre le propinaba un fuerte puñetazo a una de las tantas mesitas de vidrio que adornaban la sala de estar. Se veía enojada, y no era para menos—. ¿¡Estás escuchando o te vas a ir y también me vas a dejar hablando sola, como hiciste con Joohyun!?

—Sé que hice mal —admitió—. Últimamente hago muchas cosas mal, madre. Perdón. Perdón por todo —poniéndose de pie, hizo repetitivas reverencias—. Rezaré, reflexionaré... Quiero ser un buen chico.

—El domingo te vas a confesar con el padre —ordenó—. Quiero que le cuentes la barbaridad que hiciste y las que posiblemente has hecho a mis espaldas. Te crie con excelentes valores, Taehyung. No hice de ti un cobarde, y no sabes cuánta vergüenza me da tener que rendirle a los Bae explicaciones. Probablemente Joohyun no quiera volverse a acercar a ti y con justa razón —inspirando, y evidentemente aún enojada, colocó sus manos en su cintura—. Hoy no vas a cenar. Vete a tu habitación.

Cabizbajo y limitándose a responder con un sumiso asentimiento de cabeza, Taehyung se dio media vuelta sin siquiera mirar a su hermano o a su padre, subió las escaleras y se encerró en su habitación.

Se sentó con el mismo desánimo en una de las orillas de la cama. Como el buen hábito que solía tener, empezó a morder sus uñas, arrancándose también unos que otros cueritos que iban cediendo, haciéndose sangrar y, para colmo, chupándose la sangre.

FORBIDDEN © vkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora