VI. Mi letra y mi firma

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Es noche,

noche cerrada.

Hace frío de nieve

y pasan rápido

las líneas delgadas

de la carretera

que está helada.

La música suena

muy alta.

Las calles están

completamente vacías

las casas blancas se erigen

como anónimas protagonistas.

Estás ahí

en la parada del bus

esperando a que llegue

inclinando a destiempo

las rodillas

combatiendo la sensación térmica

de menos siete grados.

Hasta veo tu respirar

a través de la ventanilla.

"Tengo los pies helados"

dices cuando entras

y te quitas del cuello

tu nuevo pañuelo.

Luego me miras y

nos quedamos callados

como paralizados

tras tanto tiempo

sin mirarnos a los ojos

y conocernos solo

a través de las letras del teclado.

Me das al final

los dos besos de rigor

y haces una de tus bromas.

Te metes conmigo

me quejo y me río.

Meto primera.

Cuando el aire del coche

te calienta

te digo que abras tu regalo

que está en la guantera:

un libro

que siempre he esperado que leyeras

y tú siempre has postergado

como problema.

Tiene mi letra y mi firma.

También tu nombre

en la dedicatoria.

Al lado de unas gracias

en mayúsculas

y un perdón omitido

pero implícito.

Ahí estás tú

entre esas líneas.

Lo demás, todo lo demás

las copas, las sonrisas

tus palabras y las mías

el abrazo que no es beso

y el beso que se torna abrazo

las dejo al azar

porque pueden ser

pero no serán.

No me leerás

ni en el asiento contiguo

te sentarás.

No sé si te podré firmar.

Lo que sí sé es que

no te vuelvo a empezar.

Que no te voy a abrir mi corazón

ni mi mente en canal.

No tocaré tu pelo rubio

solo de él

me tendré que acordar.

Sonrisas de metal y hierro (Poesía)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora