XXV. Ni ángel ni demonio

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Ahora que la va a volver a ver

para regalarle unas letras

que ella quizá

nunca vaya a leer.

Ahora que puede ser

cuando lo haga por última vez

solo desea justificarse

y desquitarse de todos los errores

que cometió

y que ella sufrió en el ayer.

Porque entiende que

los vasos de cristal

cuando se rompen

no se pueden volver arreglar.

Porque sueña con ponerle tiritas

y beber de él

hasta emborrachar.

Porque no sabe

si dejar a la duda la oportunidad

o dejarlo pasar.

Que el tiempo se le agota

las lágrimas le brotan

noches oscuras

de sábanas no santas

sábados sin pena ni gloria

y domingos

en los que ya no llama ni resaca.

La órbita elíptica

por la que ella transitaba

hace tiempo que

no se acerca a él.

Ni tan si quiera con el pensamiento.

Pero hay veces

en las que es inevitable

no recurrir al pasado y los sentimientos

a la exaltación de las noches de sudor

piel carne y huesos que chocan

torpes e intensos.

Cuando las manos se daban

al calor de chaquetas

y el azúcar corría

por cada poro de sus bocas.

Hay historias que no acaban

que ni si quiera empiezan.

Que no se olvidan

y solo requieren tiempo.

El momento perfecto.

No es necesario ni preguntar

así que no es necesario ni arriesgar.

Sácate del medio los miedos

que ella al beso

con un beso responderá.

Sin embargo hay otras veces

en las que piensa que el dolor

los años

y el paso de los días de invierno

han hecho demasiada

mella en ambos.

Como si no fueran aquellos niños

que se saludaban con sonrisas

deseo e incertidumbre

por los pasillos que hoy mismo

siguen recorriendo quienes tienen su sangre.

Que otros ojos han sido y son

el fruto del actual líquido vidrioso.

Que están lejos y dispersos.

Que no se puede volver a ser

lo una vez se fue

teniendo en cuenta que el perdón

solo está para perdonar

no para olvidar.

Que no se puede recuperar

lo que dejaste atrás

por macharte hacia dónde

quién sabe qué demonios

del más allá te señaló.

Y tienes que saber que es verdad

que fuiste el culpable

y ya no hay remedios para tus miedos

que te comerán entero.

A pedazos el corazón volverás a sentirlo

si hay alguna opción.

Ella se querrá vengar

si es que quiere verte

porque no lo hará.

No te engañes

estás perdiendo tu tiempo.

Deja de soñar.

Si tú quieres su beso adelante

será un beso traicionero.

Volverás al lodo

y los caminos de barro.

Al pozo.

Ahora que quiere el asunto zanjar

no sabe a cuál de sus hombros mirar.

A quién hacerle caso

por quién dejarse aconsejar.

Agacha la mirada y entiende:

nada se resolverá.

Todo seguirá igual.

Ninguno de los dos se va a explicar.

Todo quedará en agua de borrajas.

Y ni sí ni no.

Ni beso ni no quiero.

Ni te tengo ni no sé qué hacer

o tengo miedo.

Y que pase el tiempo.

Y vuelta a las risas

y al qué hubiera pasado

de haber sido certero.

Sonrisas de metal y hierro (Poesía)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora