XXXVI. Siete cosas

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Siete cosas que me recuerdan a ti:


La ciudad.

Esa que nos hizo

con sus edificios

un pasillo para que

juntos y de la mano

la recorriéramos.

Esa que nos quedó

por explorar

porque tan solo dimos unos pasos.

No la recorrimos entera

y no nos perdimos

entre sus miles de recovecos.


El frío.

De otoño y de invierno.

Con esa sensación

de calarte hasta los huesos.

La de tener siempre

las manos heladas

los labios congelados

y la nariz colorada.


El bus.

Porque me llevaba a ti

porque te traía a mí.

Cada tarde y alguna que otra noche.

Recuerdo la iluminación precaria

sus tonos rojizos sus zumbidos

y los rostros de personas ajenas

no conocidas.

Y cómo olvidar esos besos

con sabor a despedida

en tu parada.


Paleografía.

Qué odiosa era

y cuánto me sirve ahora.

Dos días para estudiarla

minutos para suspenderla.

Ella influyó también

en mi esquizofrenia.

Recuerdo amarte con arte

esa misma noche.

Ahí no fui yo sino tú

quien empezó con el cuerpo

a quererme. A quererte.

Fue la última vez

que te vestiste al amanecer

y saliste de mi cama.

No lo sabrás

pero yo con mi retina te grababa.

Allí desnuda sentada.

Un beso inocente

en tu espalda.


La música.

Esa canción en portugués

que hace que bailes

como lo hicimos la primera noche

y esa lenta en castellano

que me hizo atender

a las mil cosas que tenías

y que dejé escapar.

Esa que me dedicaste

y que supiste inculcarme.

Qué pena no haber puesto el oído

y escuchar con fe ciega.

Dejarse llevar para poder ganar

de una vez por todas.


El perdón.

Ese que es invisible

y que nunca creí

fueras a darme.

Ese que yo no di y no doy

a candelabros que se apagaron

al soplar un poco de aire.

Ese que no merezco

por ser un terco

y no quedarme.

Por querer volar

y no esperar a crecer más.

Por creer que si rápido no va

nunca irá.

Como si nada que sirva

no se cociera a fuego lento.

Despacio.

El tiempo hubiera limado

las piezas que del todo

no encajaban en el juego.


Las palabras.

Las que sigo dedicándote

como desde entonces.

Las que se han ido resquebrajando

con el tiempo

las que han evolucionado

y han dejado atrás el pasado.

Sonrisas de metal y hierro (Poesía)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora