Sirenas, seres de inhumana belleza, generalmente hembras, aunque algunas veces machos, la mitad de su cuerpo para arriba es el de bellos seres humanos, mientras que de la mitad hacia abajo, son seres con características de animales marinos, generalmente peces, pero pueden ser muchas más las razas de estas hermosas criaturas. Son seres de larga vida, pudiendo durar vivas hasta seiscientos años, tardan mucho en envejecer, e incluso en su etapa más vieja y arrugada son hermosas. Gracias a su longevidad, poseen conocimientos que ninguna otra criatura conoce, son curiosas y muy inteligentes, siempre con hambre de conocimiento. es una lástima que sean cazadas y temidas, pues los humanos no las conocen ni las comprenden, solo las ven como mercancía, como simples animales. Algunas terminaron en circos, otras como mascotas, en los mejores casos, pues por lo general, si los humanos las atrapan, eran sometidas a horrores inimaginables.
Los piratas y marineros contaban sus historias, de como te podían enamorar solo con su voz y te arrastraban al mar y te devoraban vivo, también como un beso suyo podría protegerte eternamente del mal. Los piratas las comercializaban si es que se encontraban una, y desafortunado era el destino del que caía en manos de un pirata, pues eran crueles y abaros, y nunca tenían piedad.
O eso es lo que le contaron a Veritas y a las otras sirenas infantes cuando era más joven.
Veritas era una sirena tipo pulpo y era macho, por lo cual era de una especie muy rara, se vendería bien si lo atrapan, pues también era, como todas las otras sirenas, un espécimen hermoso, perfecto para ser estudiado, o para ser prostituido o disecado. Ratio estaba viviendo en carne propia la peor pesadilla de una sirena, ser atrapado por una red de pesca, la cual era de un barco pirata, la peor calaña entre todos los seres humanos.
Los miembros de la tripulación hablaban entre ellos de venderlo, o de quedarselo y jugar con el hasta que se aburrieran y luego deshacerse cruelmente de el, eran bárbaros, pero Ratio no se atrevió a decir nada, pues creyó que si lo hacía su destino sería aún peor, estaba asustado, con frío, pues era una de las pocas veces que estaba completamente fuera del agua, temblaba, y en sus adentros rezo porque no le pasara algo tan malo como en las historias que le contaban los viejos sabios cuando era niño.
Los hombres agarraron sus tentáculos, y acariciaron desvergonzadamente su cuerpo, su tacto y sus miradas eran asquerosas, quiso escapar pero uno de los hombres puso un cuchillo en su cuello, quería seriamente llorar, cerro los ojos, rezando para que todo pasará rápido.
Entonces alguien salió a cubierta de uno de los camarotes, un hombre rubio y bien vestido, el cual parecía ser el capitán, pues los hombres detuvieron sus actividades al verlo llegar.
