El domingo finalmente llegó, y Charly estaba nervioso. Aunque ya sabía todo lo necesario para el trabajo, algo en la actitud de Gustavo durante la semana lo había dejado confundido. Se preguntaba si había hecho algo mal, pero trató de convencerse de que solo estaba exagerando. Aún así, no podía evitar sentir que algo había cambiado desde que pasaron tiempo juntos.
Cuando llegó a la casa de Gustavo, fue recibido nuevamente por su madre, Lilian, quien lo saludó con la misma calidez que la vez anterior. Esta vez, sin embargo, Charly notó algo diferente en la mirada de Gustavo cuando apareció en el pasillo. Parecía que algo le incomodaba, pero como de costumbre, no dijo nada. Los dos subieron las escaleras y esta vez fueron directo a la habitación de Gustavo, que, aunque algo desordenada, tenía una sensación más privada y cómoda. Mientras Gustavo preparaba los materiales en el escritorio, Charly se sentó en la cama, sintiendo la tensión en el aire. Trató de romper el hielo con un comentario casual.
—Espero que esta vez terminemos el trabajo, no quiero otro viernes de silencio. —Gustavo se detuvo por un momento, después mostró una media sonrisa.
—Sí, perdón por eso. —murmuró, sin mirarlo directamente. —Estaba distraído.
Charly levantó una ceja, intrigado. Gustavo no era el tipo de persona que solía disculparse o explicarse, y menos con él. Eso solo hizo que la curiosidad de Charly creciera.
Empezaron a trabajar en el proyecto, pero la conversación pronto se desvió de nuevo hacia la música. Esta vez, Gustavo parecía más abierto. Le contó sobre una canción en la que estaba trabajando, una composición que aún no tenía letra, pero que sonaba increíblemente bien en su guitarra.
—Quiero escucharla. —dijo algo emocionado, él solo quería escuchar Gustavo y que haga lo que le guste.
Albert estaba fascinado, no solo porque le interesaba la música, sino porque veía a un Gustavo más relajado, más cercano. En un momento de inspiración, Gustavo dejó a un lado los materiales del proyecto y se levantó para tomar su guitarra española que estaba apoyada en una esquina del cuarto.
—Te voy a mostrar, pero solo la base, todavía no trabajé en la letra. —dijo, mientras comenzaba a tocar una melodía suave pero intensa.
Charly lo miraba hipnotizado, no solo por la música, sino por la forma en que Gustavo se entregaba a cada acorde. Era como si el chico que solía burlarse de él en el colegio desapareciera, y en su lugar, estuviera alguien completamente diferente. Alguien con quien podría ser amigo. Tal vez más.
Cuando Gustavo terminó de tocar, Charly, sin pensar demasiado, exclamó:
—Tocas increíble... Tenés que cantar también. Quiero escuchar cómo suena con tu voz.
Gustavo levantó la vista, sorprendido. Había algo en la forma en que Charly lo miraba, algo que no había visto antes. Era admiración, pero también había una conexión que no podía explicar. Sintió que su corazón latía más rápido.
—Capas más tarde. —dijo con una sonrisa incómoda, tratando de desviar la atención. —Volvamos al trabajo, tenemos que terminar esto.
Pero a medida que la tarde avanzaba, ambos chicos notaban que el trabajo se quedaba en segundo plano. Las risas surgían más fácilmente, las miradas se mantenían más tiempo, y las palabras, aunque pocas, parecían decir más de lo que querían. Había una tensión nueva entre ellos, algo que ni Gustavo ni Charly querían admitir.
Cuando llegó la hora de irse, Charly se despidió de la madre de Gustavo y caminó hacia la puerta con una mezcla de emociones. Sentía que algo había cambiado, pero no estaba seguro de qué. Miró a Gustavo antes de salir y, por un segundo, pensó en decir algo. Pero las palabras no salieron.
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why not? | Gustavo Cerati & Charly Alberti
RomanceMientras los sentimientos florecen en mi corazón, las burlas y las miradas de tus amigos comienzan a dañar la conexión que habíamos creado, ¿por qué?