Capitulo 8

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Y como finalmente le recomendó el psicólogo, Charly, apenas volvió a su casa, empezó a buscar alguna libreta y ahí empezó a escribir sobre como se sentía cada día. También poniendo las cosas que le molestaban y gustaba. Pero lo que más hablaba en la libreta era de Gustavo. Su mente estaba llena de pensamientos confusos, pero ahora tenía un lugar donde volcarlos. Al principio, solo escribió unas pocas palabras sueltas, pero pronto las frases empezaron a fluir.

"Hoy fue raro. Me siento mejor con Gustavo, pero no puedo dejar de pensar en cómo es en el colegio. No entiendo por qué cambia tanto. Me hace sentir bien cuando estamos solos, pero cuando hay otros me ignora."

Había veces en las que llevaba esa libreta al colegio, así podía escribir en el momento lo que exactamente sentía en el momento.

Se seguía juntando con Gustavo, y este vio que llevaba una libreta al colegio y le preguntó porqué la llevaba, le dijo que era algo que le recomendó el psicólogo.

A medida que los días pasaban, la libreta se llenaba de fragmentos de pensamientos, pequeñas reflexiones sobre su vida diaria, pero casi siempre volvía a Gustavo. El contraste entre sus encuentros privados y su relación pública en la escuela lo confundía, y la libreta era el único lugar donde podía expresar esa confusión.

"A veces, cuando estoy con él, siento que todo encaja. Pero luego, en la escuela, me siento invisible. No entiendo por qué no podemos ser amigos de verdad delante de los demás."

Un día, caminando después del colegio, Gustavo notó que Charly llevaba la libreta en su mochila y no pudo evitar preguntarle sobre ella.

—¿Qué es eso? —preguntó, señalando la libreta cuando estaban caminando hacia la casa de Charly.

Charly la miró y luego a Gustavo, dudando por un segundo antes de responder.

—Es algo que me recomendó el psicólogo. Escribo lo que siento, lo que me molesta o lo que me gusta. Me ayuda a entenderme un poco más.

Gustavo se quedó en silencio por un momento, asimilando lo que Charly le decía.

—¿Y funciona? —preguntó finalmente, con un tono genuino de curiosidad.

Charly asintió lentamente.

—Sí, me ayuda. Especialmente cuando no puedo decir lo que siento en voz alta... Como ahora. —respondió con una sonrisa tímida, pero sincera.

—¿Y se puede saber lo que no podés decir en vos alta ahora? —sonrió y dió otra calada.

—Otro día te contaré. —le devolvió la sonrisa y empezó a caminar un poco más rápido.

Cerati notó que cada vez estaba caminando más rápido, entonces lo empezó a imitar. Cosa que empezó una carrera hasta la casa de Alberti. Entre risas y pasos rápidos, llegaron a la casa. Entraron aún riendo y tratando de recuperar la compostura por correr. Cuando entraron en la casa de Charly, aún entre risas y respiraciones agitadas, Gustavo se quedó un momento en la puerta, observando cómo Charly se sacaba la mochila con un gesto despreocupado. Las palabras de Charly seguían dando vueltas en su cabeza: "Especialmente cuando no puedo decir lo que siento en voz alta...".

—¿Paso algo? —preguntó, notando que Gustavo se había quedado quieto.

—No nada. —Gustavo buscó las palabras, pero no quiso sonar demasiado interesado en lo que Charly guardaba en esa libreta. —Solo me parece copado que escribas.

Charly sonrió mientras lo observaba con esa mirada que Gustavo no lograba descifrar.

—Te sorprenderías, tal vez te ayudaría.

why not? | Gustavo Cerati & Charly AlbertiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora