Capitulo 9

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Al día siguiente, los chicos desayunaban mientras hablaban de las historias de terror que se hacían inventado anoche cuando no podían dormir. Pero algo en las miradas de los dos parecían ocultar algo: Ambos se estaban juntando siempre y les gustaba pasar el tiempo juntos, era como su actividad favorita. Cosa que los está haciendo confundir sus sentimientos. "¿Y si me gusta?", pensaban. Lo negaban a pensas lo pensaban, ya que no querían que su amistad se cortará por eso.

Y además que Gustavo le aterraba con solo pensar en que le podría gustar Charly, un hombre. Sus amigos estarían riendo y burlando a carcajadas por eso, lo dejarían de lado ya que odiaban a los homosexuales y todo lo relacionado.
Por el lado de Charly, le daba miedo aceptarlo porque pensaba que Gustavo era nada que ver. Siempre lo vio como un hombre heterosexual y mujeriego. Y además, apreciaba mucho su amistad y no le gustaría perderla a causa de sus sentimientos. Entonces ambos lo empezaron a negar en sus cabezas.

Salieron de la casa y se despidieron, ya que iban por caminos distintos. Caminaban solos por las calles y esa pregunta no salía de sus cabezas.

Al llegar al colegio, cada uno se fue con su grupo de amigos y entraron a clases como siempre. Ellos dos se seguían ignorando pero Charly quería volverle a preguntar el porqué de eso, pero sentía que podría armar algún conflicto, entonces prefirió quedarse callado.

Al llegar al recreo, el bullicio de los alumnos sonaba en todo el patio sin parar. Gustavo se encontraba apoyado contra la pared con las manos en los bolsillos. Mirando el piso hasta que se dió cuenta que sus amigos no decían algo boludo. Entonces levantó la mirada y vio que sus amigos estaban formando una rondita y se acercó para ver. Allí habían dos chicos de primer año, ambos de 13 años, y estaban agarrados de la mano. Estaban asustados porque sabían cómo era ese grupo de chicos, y claro que tenían miedo, eran dos chicos de 13 contra cuatro chicos de 14 años. Ellos se empezaron a burlar claramente.

—Miren. —dijo uno de los amigos de Gustavo mientras los señalaba. —¿Que hacen agarraditos de la mano?

Comenzaron a reírse, animándose entre sí, como si el maltrato fuera un espectáculo al que todos debían contribuir. Las burlas siguieron, creciendo en intensidad.

—Apuesto a que se besan cuando nadie los ve, maricas

—¿No quieren jugar a las muñequitas, trolitos?

Gustavo permanecía en silencio, pero por dentro sentía una incomodidad creciente. Las palabras de sus amigos eran como dagas en el aire, cargadas de odio, y cada carcajada lo hacía sentir más aislado. Su cuerpo estaba ahí, junto a ellos, pero su mente viajaba a otro lugar. A otro momento.

Un flash de memoria lo golpeó: era un día como ese, años atrás, cuando él estaba en segundo año. El grupo de chicos había encontrado a un compañero solo, un chico que siempre comía en una esquina, sin amigos, apartado de los demás. Empezaron a molestarlo, a decirle que era un "bicho raro", un "fenómeno". El chico no hacía nada, no respondía, solo miraba el suelo mientras las burlas lo envolvían. Gustavo recordaba cómo había sentido la necesidad de hacer algo en ese momento, de defender al chico. Recordaba cómo, con una voz temblorosa, había dicho: "Eu, dejémoslo en paz, no nos está haciendo nada. Solo está solo." Por un instante, el grupo había callado. Gustavo había sentido una chispa de esperanza, creyendo que tal vez lo escucharían. Pero luego, uno de sus amigos, se había reído en su cara.

"¿Qué te pasa, boludo? ¿Te da lástima este? ¿No ves que es un fracasado? Si lo defendés, sos igual de raro que él."

Y en ese momento, Gustavo había sentido un frío que le recorría la espalda. No había dicho nada más. Se había alejado, dejando al chico solo, mientras los demás seguían burlándose. Esa culpa había crecido en su pecho desde entonces, como una semilla que nunca dejaba de brotar en su mente.

why not? | Gustavo Cerati & Charly AlbertiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora