El sonido de las llaves al girar en la cerradura hizo que ambos se separaran de golpe. Las risas, que segundos antes fluían libremente, se apagaron de inmediato. Los ojos de Gustavo se encontraron con los de Charly, y aunque ya no se tocaban, algo invisible los mantenía unidos.
—Hola chicos, ¿Cómo estuvieron? —preguntó la madre de Gustavo desde la puerta.
—Bien, ma. —dijo Gustavo, tratando de controlar su voz y ocultar la emoción que lo sacudía por dentro.
Charly, mientras tanto, guardaba los lápices y papeles, su mente aún perdida en el beso que habían compartido. Intentaba no mirar demasiado a Gustavo, pero sus ojos volvían una y otra vez a él, como si no pudiera evitarlo. Las sonrisas que se lanzaban de reojo eran pequeñas, pero llenas de complicidad.
Subieron las escaleras, haciendo el mínimo ruido posible, como si temieran que incluso el crujir de las escaleras pudiera revelar lo que había pasado entre ellos. Gustavo empujó la puerta de su habitación, dejando pasar a Charly primero.
—Vamos a hacer la tarea. &grito para que su madre escuchará, aunque su tono sugería todo lo contrario.
Charly se dejó caer sobre la cama con una sonrisa traviesa.
—¿Ah, sí? Porque me parece que la tarea ya quedó atrás hace rato.
Gustavo rió, sin poder ocultar su alegría. El ambiente entre ellos había cambiado, pero seguía siendo tan cómodo como siempre, solo que ahora había algo nuevo, algo electrizante en cada mirada y en cada gesto.
—Si, puede ser. —murmuró Gustavo, mientras se lanzaba sobre Charly, haciendo que este se retorciera de risa bajo él.
Entre risas y movimientos torpes, las manos de Gustavo terminaron apoyadas en los hombros de Charly, sus caras estaban peligrosamente cerca. Por un momento, todo el juego se detuvo. Gustavo tragó saliva, sin atreverse a moverse, pero el impulso era demasiado fuerte. Antes de que pudiera pensarlo dos veces, inclinó la cabeza y le dio otro beso. Esta vez, no había duda, no había vacilación. Era un beso suave, pero lleno de ese recién descubierto sentimiento que todavía les resultaba extraño, pero que sabían que ambos compartían. Charly cerró los ojos y dejó que el beso lo envolviera, sus manos subieron hasta la nuca de Gustavo, atrayéndolo más cerca. Cuando se separaron, sus miradas se encontraron de nuevo, y una risa nerviosa se escapó de los labios de Charly.
—No sé qué estamos haciendo. -admitió en un susurro, sin soltar a Gustavo.
—Yo tampoco. —respondió Gustavo con una sonrisa, apoyando su frente contra la de Charly. —Pero me gusta.
Alberti volvió a sonreír y le dió otro beso suave.
—Charly. —dijo en medio del beso. —Solo quería decirte otra cosa.
—¿Que cosa? —se alejo un poco y lo seguía mirando con su sonrisa.
—Mis amigos no pueden saber nada de esto, ni siquiera que somos amigos.
—¿Por qué? —su expresión cambio totalmente. —Dijiste que no te importaba lo que lo demas piensan.
—Es verdad, pero es distinto cuando se trata de mis amigos. —suspiró. —Por favor, no te enojes, solo quiero protegerte del daño que te puedan hacer. —miro a sus ojos.
Charly veía sus ojos, y notaba que estaba hablando en serio, que no estaba mintiendo. "¿Que daño me harían? ¿Golpes? Yo puedo aguantar eso", pensaba. Pero Charly solo asistió para dejar tranquilo a Gustavo.
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why not? | Gustavo Cerati & Charly Alberti
RomanceMientras los sentimientos florecen en mi corazón, las burlas y las miradas de tus amigos comienzan a dañar la conexión que habíamos creado, ¿por qué?