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Sigo mi camino por el bosque, es el día 1 de 25 y tengo que caminar 5 horas en total por la mañana y otras 5 por la tarde. Mi libro lo tengo guardado en mi armilla junto a mis plantas medicinales, ya que Zscar me advirtió de que podrían robarme la mochila en cualquier momento.

En la mochila solo llevo arena, para que pese y se piensen que hay algo dentro. O por si hay un incendio en el bosque poder hacerme un camino de arena para escapar:

Por lo que me han contado, ha habido 10 incendios en este bosque en los últimos 7 días. Por lo tanto, hay mucha probabilidad de encontrar un incendio.

Ando por el bosque, el silencio es un silencio vacío. Es un silencio cargado. Es un silencio que no cuenta nada, y a la vez cuenta de todo.

Es un silencio cómodo, en el que estamos yo, el bosque, y sus criaturas.

Andar por ese bosque no me da más remedio que, pensar, tararear, y convivir conmigo misma. Miro el reloj que me ha dado Zscar. Lo que me han parecido 3 horas, resultan ser 15 minutos. Y ahí es cuando me doy cuenta de que estoy metida en un buen lío.

Podría haberle pedido a Zscar que me acompañara, pero como me creo autosuficiente, no lo he hecho. Por ser una orgullosa que lo sabe todo, estoy metida en un bosque que no conozco de nada. Con cuatro hierbas curativas, una manta, dos prendas de ropa, unas cuantas armas, y mi fe de llegar viva al siguiente pueblo donde me esperan mis aliados que ha ido llegando al pueblo durante el último mes. Cada minuto que pasa, es un minuto que pierdo. No puedo comunicarme con nadie, y, lo más inteligente que puedo hacer es volver por donde he venido, coger un carruaje, e ir de nuevo al siguiente reino con más guardias.

O mandar a un ejército a conquistar ese reino y yo quedarme en el castillo matando a gente. Esa sería una buena idea. Siendo sincera.

Camino y camino, por el medio de un bosque, no hay un camino marcado de los años que llevan sin pisar el bosque. Hay muchos árboles, altos y anchos, robustos, pero si les das en su punto frágil, pos puedes talar en menos de 5 minutos.

A lo lejos veo una criatura, es un animalillo de no más de 1 metro de altura, es como una pelotita verde con patas. Tiene unos dientes triangulares afilados, la lengua es de color azul, ojos redondos, marrones, como todos aquí. La parte de su vientre es de un color más amarillento, y lleva una bufanda azul oscuro para taparle el cuello. La nariz es en forma de corazón, y tiene unas patitas cortas que acompañan a sus brazos caídos.

Justo delante, veo a una seta andante con cara de buena gente, lo cual ya se que es mentira viento su sonrisa maléfica. Tiene una mirada que helaría hasta el infierno. Estoy segura de que ni el mismísimo Lucifer se atrevería a luchar con una panda de ellos. No miden más de 50 centímetros. Pero estoy segura de que ese animalucho tiene poder en este bosque. Lo veo en la mirada del otro ser.

Ojeo mi libro y encuentro el nombre de la seta. Toadstool. Una criatura que puede petrificar a cualquier animal con una mordida. Solo hay un antídoto. Una lágrima de Hécate. O uno de sus descendientes.

Hecate, una mujer que se conoce por su frialdad y su poco afecto hacia cualquier cosa. Solo se la ha visto llorar por una cosa: la pérdida de su nieto. Y no ha vuelto a llorar nunca. Ni por la separación con su marido, ni por la muerte de sus padres... nada.

El remedio es muy complicado de conseguir. Se dice que solo queda un descendiente de ella. Su nieto. Y no se sabe quien es, si sigue vivo, o siquiera, si él sabe qué es el nieto de ella.

El siguiente animal, es un Goblin. Una criatura en la cual su sangre puede remediar cualquier cosa. Hasta el alma más negra puede convertirse en pura con la sangre de un Goblin. Son animales pacíficos y... la página está rota. Quien sea que haya decidido cortar la página, ni quiere que vea lo que sigue, no se quien haya sido. Pero espero que no me cueste la vida un poco de falta de información.

El ansia de poderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora