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Sigo andando, en medio de un bosque profundo, como mis pensamientos, mis sentimientos. Mi daga está limpia, el no matar a nadie me recuerda quien soy hoy en día. Solo una sin techo más, que solo lucha por velar a sus padres, que ni siquiera conoce por culpa de una monarquía que a la que pasa algo malo, se esfuma como el gas.

Mi conciencia me dice que huya, que estoy a tiempo de que mi vida no concluya. Mi corazón dice que siga, que no me debe importar lo que la gente diga. Que si estoy conmigo misma es suficiente, sobre todo si mi corazón sabe lo que siente.

Cada libro dice que no confíe en nadie, por mucho que vea las buenas vibras irradie.

No soy una mala persona, solo una niña que se ha criado sola.

No soy una plebeya cualquiera, soy una con un esmalte de piedra.

No soy una cría indigente, soy una chica muy paciente, que con miedo a lo que dirá la gente, ha conquistado un pueblo entero, aunque eso sea algo pasajero.

El pueblo no sabe quien soy, porque en el fondo siento miedo de que no les guste lo que doy.

No quiero estar en la sombra, quiero ser alguien importante, alguien que resulte aniquilante.

No se a donde voy, pero sé de dónde vengo, así que no voy a sacrificar todo lo que tengo. Y menos por una corona, y menos cuando no se ni como funciona.

Sé que cada persona tiene sus límites, así que mi objetivo es escuchar a la gente hasta que se desquite.

Tengo consciencia de cómo es vivir en la pobreza, y no dejaré que así sigan con la misma simpleza, que la monarquía que decía, que deseaban el bien, y que al final, formaban un vaivén de cosas, que parecían muchos cambios, y los pobres, quedabamos como reclusos que sobrealimentábamos a los ricos, y nos dejaban sin comida, para darle las gracias a la buena vida. Esa que solo los afortunados tenían el honor de vivir, y la misma que a tanta gente hizo sufrir.

Así es el cómo funcionaban las cosas, por muy patéticas y raras que sonara, los pobres íbamos con esposas, eran invisibles pero notabamos el peso en las muñecas. Y ese vaivén de sonidos metálicos que te dejan.

El ansia de poderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora