Intenté concentrarme en los documentos frente a mi, pero mi mente seguía regresando al enfrentamiento con Adrian. No podía evitar sentirme agitada. Él tenía una manera de provocarme, de encender una chispa en mi que no estaba segura de poder controlar. Cada palabra, cada mirada intensa parecía desatar algo en mi interior, algo que era a la vez aterrador y emocionante.
La tensión en la oficina era palpable. Adrian estaba sentado al otro lado de la habitación, revisando sus propios documentos, con el ceño fruncido y los labios apretados en una línea fina. Podía sentir su frustración, su energía casi eléctrica, irradiando hacia mi. A pesar de que habíamos acordado trabajar juntos, la tensión entre nosotros no había disminuido en absoluto. Si acaso, había crecido, convirtiéndose en una corriente subterránea constante que amenazaba con estallar en cualquier momento.
Mientras trataba de enfocarme de nuevo en los números, el sonido de mi teléfono vibrando en el bolsillo me sobresaltó. Lo saqué rápidamente, agradecida por la distracción. Al ver el nombre de Eli en la pantalla, me sentí aliviada.
—Voy a coger esta llamada —dije, dirigiéndome hacia la puerta.
Adrian levantó la vista por un momento, sus ojos oscuros centelleando con curiosidad, pero no dijo nada. Salí de la oficina y cerré la puerta detrás de mi a antes de contestar.
—¡Hola, Eli! —dijo con un tono que intentaba sonar más ligero de lo que realmente se sentía.
—¡Olivia! —exclamó Eli al otro lado de la línea—. ¿Dónde estás? Te he estado buscando por todas partes. Carter y yo estábamos preocupados.
Me apoyé contra la pared del pasillo, dejando escapar un suspiro.
—Lo siento, Eli. Ha sido un día... intenso. Estoy en la fundación Whitmore, la de Adrian. Te contaré todo más tarde.
Hubo un breve silencio antes de que Eli respondiera, su tono de voz reflejando una mezcla de sorpresa y preocupación.
—¿En la fundación Whitmore? ¿Qué estás haciendo allí?
Me mordí el labio, tratando de encontrar la mejor manera de explicar la situación sin entrar en demasiados detalles.
—Es una larga historia, Eli. Adrian me pidió que lo ayudara con un problema que tienen aquí. Parece que alguien ha estado desviando dinero, y necesita que investigue.
—¿Y tú aceptaste? —preguntó Eli, claramente asombrada—. Olivia, eso suena como algo grande. ¿Estás segura de que es buena idea?
Miré hacia la puerta cerrada de la oficina, sintiendo una mezcla de emociones. Sabía que Eli tenía razón en preocuparse. Todo esto era más complicado de lo que había anticipado, y la tensión entre Adrian y yo no hacía más que aumentar.
—No lo sé —admití finalmente—. Es complicado. Pero siento que debo hacerlo, que hay algo más en juego aquí de lo que parece a simple vista.
Eli suspiró al otro lado de la línea, y pude imaginarme a su amiga suspirando con los ojos en blanco, preocupada.
—Bueno, solo ten cuidado, ¿sí? Adrian Whitmore no es precisamente un santo. No quiero que te metas en problemas.
—Lo sé, Eli. Lo prometo —respondí con una sonrisa, tratando de aliviar su preocupación—. Gracias por preocuparte. Te llamaré más tarde y te contaré más detalles.
—Más te vale —dijo Eli con una risa ligera—. Cuídate, ¿de acuerdo?
Asentí aunque Eli no podía verla.
—Lo haré. Hablo contigo luego.
Colgué y guardé el teléfono en el bolsillo, sintiendo una ola de emociones correr por su cuerpo. Eli siempre había sido su voz de la razón, la persona que me mantenía anclada cuando mis impulsos me llevaban demasiado lejos. Pero en este caso, mi instinto me decía que siguiera adelante, que investigara más.
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De odio y lujo
RomanceOlivia es llamada para trabajar en una fundación dirigida por Adrian, un hombre con un pasado turbio que lo ha vuelto reservado y controlador. Desde que comenzó a trabajar con él, Olivia ha sentido una atracción innegable hacia Adrian aunque sabe qu...