Capítulo 9

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Me obligué a relajarme mientras seguía bailando con Eli en el club. Había visto suficiente de Adrian por esta noche y lo último que quería era seguir pensando en él y en su comportamiento. He venido aquí para divertirme y eso era lo que pensaba hacer.

La música seguía vibrando, envolviendo el espacio con ritmos hipnóticos. Eli, notando que todavía estaba un poco tensa, se inclinó hacia mi y gritó por encima de la música:

—¡Vamos, Liv, relájate! ¡Esta noche es para nosotras!

De repente, un chico alto con una sonrisa brillante y ojos oscuros se acercó a nosotros. Tenía el cabello rizado y un aire despreocupado que contrastaba con mi tensión. Se le notaba el tatuaje en el cuello a través de las luces del local. Sus músculos eran notables en la camisa blanca, la cual hacia conjunto con la sonrisa. 

—¿Puedo unirme? —preguntó, sonriendo con una confianza despreocupada y sus ojos fijos en mi.

Eli me dio un codazo y me guiñó un ojo. Zaid, como se presentó, resultó ser un excelente bailarín, moviéndose con fluidez y seguridad. Al principio, bailamos de manera desenfadada, riendo y disfrutando de la música, pero pronto la atmósfera entre nosotros cambió.

Mientras la música continuaba, más lenta y con un ritmo más sensual, Zaid se acercó un poco más a mí. Pude sentir su aliento suave contra mi piel y ver el brillo en sus ojos. Su cercanía era electrizante. Mis movimientos se hicieron más lentos, más medidos, y lo mismo ocurrió con los suyos. Sin darnos cuenta, nuestros cuerpos comenzaron a moverse en perfecta sincronía.

Me acerqué un poco más, y sentí su mano en mi cadera, guiándome mientras seguíamos el ritmo de la música. Estábamos tan cerca que casi podía sentir el latido de su corazón, y la forma en que sus dedos se aferraban a mi cintura hizo que mi piel se erizara. Me miró a los ojos, sus labios a solo unos centímetros de los míos. Una sensación de excitación y nerviosismo me recorrió, pero me dejé llevar por el momento.

—Eres increíble —murmuró Zaid cerca de mi oído, su voz baja y ronca por encima de la música.

Sonreí, sintiendo una oleada de calor en mis mejillas. Sus palabras y su cercanía me daba una sensación que hacía mucho tiempo no experimentaba: libertad y deseo mezclados en un torbellino embriagador.

—Gracias —respondí suavemente, sin apartar la vista de sus ojos—. Tú también eres bastante sorprendente.

Sentí su otra mano deslizarse por mi espalda, acercándome más a él. Mi cuerpo respondió instintivamente, mis manos encontrando su lugar alrededor de su cuello. Nos movíamos lentamente al compás de la música, y el resto del mundo parecía desvanecerse a nuestro alrededor. Estábamos tan cerca que podía sentir el calor de su cuerpo contra el mío, cada pequeño movimiento sincronizado con el suyo.

A cada segundo que pasaba, la distancia entre nosotros se reducía más y más, hasta que nuestras frentes casi se tocaban. Mi respiración se aceleró, y pude ver que la de él también. Nuestros labios estaban a un suspiro de distancia, y por un momento, me pregunté si íbamos a cruzar esa línea.

Fue en ese momento de tensión casi palpable que sentí una presencia detrás de mí, una energía que reconocí al instante. Me giré ligeramente y vi a Adrian, parado a unos pasos de distancia, con una mirada que parecía atravesarnos a Zaid y a mí. Su mandíbula estaba apretada, y sus ojos oscuros estaban llenos de una emoción que no pude identificar del todo, pero que hizo que mi corazón se acelerara por razones completamente diferentes.

Adrian nos observó durante un momento que pareció eterno, y pude ver cómo su mirada se oscurecía aún más, llenándose de una rabia contenida que no podía entender. Intenté ignorarlo, girándome de nuevo hacia Zaid, pero el momento había cambiado. Sentía la tensión en el aire y sabía que Adrian no se iría sin decir algo.

De odio y lujoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora