Capítulo 8

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Gina

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Gina

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El sonido del timbre llamo la atención de Gina y Edgardo, quienes se encontraban sentados en la sala viendo su serie favorita. Ambos se miraron y con una sonrisa cómplice en sus labios festejaron, Alice minutos antes había anunciado que finalmente sí iría a casa de Edgardo, con la finalidad de pasar un rato juntos y obviamente conocer a la maravillosa amiga de la cual él no había parado de hablar en su cita del día anterior.

Edgardo apartó suavemente los pies de Gina de su regazo para finalmente ponerse de pie, organizo un poco su ropa y finalmente camino hasta llegar a la puerta.

En cuanto abrió la puerta la vio, estaba igual de hermosa que la noche anterior, traía una falda de jean un poco corta la cual se pegaba a su cintura y sus piernas, una blusa decorada con algunas lentejuelas, la cual hacia juego a la perfección con su falda, unos tenis negros bastante sutiles y su bolsa de mano, su maquillaje era suave, poco perceptible, solo un poco de rubor, rimel y un poco de bálsamo con color.

- No pensé que aceptaras venir. - Sonrió Edgardo, se acercó suavemente a ella para abrazarla, dejo un beso en su mejilla y finalmente se apartó de nuevo para volver a mirarla. - Hola.

- Hola. - Respondió ella completamente embobada. - Yo tampoco pensé que podría venir, hoy fue un día bastante largo y pues mira la hora. - Río nerviosa. - Pero aquí estoy.

- Me alegra que vinieras.

Alice sonrió. Edgardo se hizo a un lado y la invitó a pasar. Alice camino a lo largo de la casa hasta llegar a la sala en donde se encontraba aún Gina. Misma que en cuanto la vio, se puso de pie.

- Dios, tu debes ser Alice. - Dijo emocionada, acercandose a ella para abrazarla. - Ed no para de hablarme de ti. - Alice inevitablemente observó a Edgardo este únicamente levantó sus hombros de forma penosa. - Eres hermosa. Soy Gina.

- Soy Alice. Edgardo tampoco a parado de hablarme de ti y de su bonita amistad.

- Bueno, ya. - Edgardo finalmente las interrumpió. Ambas parecían haberse llevado bien desde el primer momento y ahora se sentía tonto por haber hablado tanto de ellas con cada una. - Alice, Gin preparó su especialidad por que sabía que venias.

- Oh si. - Gina lo interrumpió. - Espero que no hayas comido algo para venir.

- Alice sonrió. - No, no lo hice y muero de hambre.

- ¡Que bien!. - Respondió Edgardo emocionado. - Entonces vamos a cenar. - Frotó sus manos, mientras Gin y Alice reían por su manera de reaccionar.

Gina camino hasta llegar a la cocina, allí tomo varios platos y sus respectivos cubiertos para comenzar a servir las pastas y el pollo bañado en salsa qué había preparado varias horas antes.

Ángeles Como Tú | LyannoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora