7- Palabras si lenciosas

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Con cada día que pasaba, Angel sentía el peso de su vida acumulándose de manera insidiosa. Aunque tenía a Tohru y Kanna en casa, y a Kobayashi y Takiya en el trabajo, había algo dentro de él que no podía compartir con nadie. Mientras los días avanzaban, comenzaba a notar cómo sus emociones lo dejaban agotado, tanto física como mentalmente, pero, en lugar de hablar de ello, decidió que lo mejor era seguir adelante en silencio.

El trabajo se había convertido en una carga constante para Angel. Aunque ya no tenía que lidiar con la presión de su antiguo jefe, la responsabilidad de sobresalir, de cumplir con cada tarea sin fallar, seguía presente. Era como si no pudiera permitirse el lujo de cometer errores. Cada nueva asignación que llegaba a su escritorio lo llenaba de una sensación de ansiedad que ocultaba detrás de una máscara de calma.

Sabía que podía hablar con Kobayashi sobre esto. Después de todo, ella ya había demostrado estar dispuesta a escucharlo y apoyarlo. Pero, cada vez que pensaba en la idea de abrirse, un nudo se formaba en su estómago. Angel tenía miedo de que, al admitir sus luchas internas, mostrara una debilidad que no podía permitirse.

En casa, la situación no era mucho mejor. Aunque adoraba a Tohru y Kanna, había momentos en los que sentía que la vida con dos dragones lo superaba. Tohru siempre estaba llena de energía, y aunque trataba de ayudarlo, sus intervenciones a veces causaban más problemas de los que resolvían. Kanna, con su comportamiento infantil, requería atención constante, y aunque Angel la veía como una niña que necesitaba guía, la carga emocional de ser la figura responsable en su vida lo dejaba extenuado.

La fatiga emocional era evidente en las noches. Incluso cuando intentaba dormir, su mente no podía desconectarse. Los pensamientos sobre lo que debía hacer mañana, las expectativas que debía cumplir y el cansancio que sentía, todo giraba en su cabeza, impidiéndole descansar.

A pesar de todo, Angel mantenía una distancia emocional con aquellos que lo rodeaban. Sabía que Tohru lo observaba a menudo, con preocupación en sus ojos, como si pudiera percibir lo que él sentía. Pero cada vez que ella intentaba hablar del tema, él la evitaba o cambiaba de conversación. No era que no confiara en ella, era que, en su mente, sentía que debía cargar con todo esto solo.

Kanna, aunque era pequeña y aparentemente despreocupada, también parecía notarlo. La pequeña dragona a veces lo observaba en silencio, como si intentara comprender por qué Angel estaba tan callado últimamente. Pero, como con Tohru, Angel no encontraba las palabras para explicar lo que le ocurría.

Angel se convencía a sí mismo de que no tenía sentido compartir su carga con ellas.

-Después de todo, soy el que debe protegerlas en este nuevo mundo, no al revés

pensaba. En su mente, el aislamiento parecía ser la mejor opción, aunque en el fondo sabía que lo estaba agotando cada vez más.

La autoexigencia era quizás la parte más destructiva de todo esto. Angel se veía a sí mismo como alguien que debía ser útil, alguien que no podía fallar ni mostrar debilidad. Si no estaba cumpliendo con sus deberes en el trabajo, estaba cuidando de Tohru y Kanna. Y si no estaba cuidándolas, estaba buscando maneras de mejorar en todo lo que hacía.

Había momentos en los que se planteaba hablar con ellas, confesarles lo agotado que se sentía, lo estresado que estaba, lo solo que se encontraba en medio de todo esto. Pero cada vez que esa idea cruzaba su mente, la descartaba. Sentía que, si admitía su fragilidad, sería como perder todo lo que había construido. Angel pensaba que debía ser el fuerte, el que protegía, no el que pedía ayuda.

𝑂𝑟𝑑𝑖𝑛𝑎𝑟𝑦 𝐿𝑖𝑓𝑒.     [𝑫𝒓𝒂𝒈𝒐́𝒏 𝒎𝒂𝒊𝒅 𝒇𝒂𝒏𝒇𝒊𝒄]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora