Capítulo 3: La Emboscada en el Bosque

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El regreso al castillo de Eldoria transcurrió sin problemas, pero la inquietud crecía en el corazón de Alaric. Lyra había aceptado unirse a su causa, pero sus palabras sobre las fuerzas oscuras seguían resonando en su mente. Decidido a obtener más respuestas, organizó una expedición al corazón del bosque de Arendel, donde se decía que los antiguos secretos estaban enterrados.El grupo, formado por Alaric, Lyra, Sir Cedric y un puñado de guardias leales, partió al amanecer. El aire fresco del bosque llenaba sus pulmones mientras avanzaban por senderos apenas visibles. La tensión era palpable, y cada crujido de rama o susurro del viento los ponía en alerta máxima.—Alaric, debemos estar atentos. Siento una presencia inquietante cerca —advirtió Lyra, sus ojos violetas brillando con una intensidad renovada.Alaric asintió, su mano descansando sobre la empuñadura de su espada. La luz del sol comenzaba a desvanecerse cuando llegaron a un claro amplio y vacío. Sin previo aviso, un grito agudo rompió el silencio, seguido por una ráfaga de flechas que surgieron de las sombras.—¡Emboscada! —gritó Sir Cedric, desenvainando su espada y cubriendo a Alaric.Los guardias formaron un círculo defensivo mientras Alaric y Lyra se preparaban para enfrentarse a los atacantes. De entre los árboles emergieron figuras encapuchadas, sus ojos brillando con una luz siniestra. Eran soldados de Mordragon, enviados para capturar al joven rey.Alaric se lanzó al ataque, su espada moviéndose con gracia y precisión. Cada golpe estaba cargado de la determinación de proteger a su gente. A su lado, Lyra recitaba antiguos encantamientos, lanzando bolas de fuego y rayos de energía que derribaban a los enemigos.—¡Cuidado, Alaric! —gritó Lyra, viendo a un soldado levantando su espada hacia él.Con un movimiento rápido, Alaric esquivó el ataque y contraatacó, derribando al soldado con un solo golpe. Pero los enemigos seguían llegando, y la batalla se volvía cada vez más frenética.—¡No podemos aguantar mucho más! —exclamó Sir Cedric, su voz entrecortada por el esfuerzo.Lyra, con una expresión de concentración intensa, levantó su bastón y comenzó a recitar un hechizo más poderoso. El aire alrededor de ellos comenzó a vibrar y, de repente, una onda expansiva de energía salió disparada del bastón, arrojando a los soldados de Mordragon hacia atrás.—¡Ahora, vamos! —gritó Lyra, jadeando por el esfuerzo.Aprovechando la distracción, el grupo se movió rápidamente hacia el interior del bosque. Corrieron hasta que sus pulmones ardieron y sus piernas protestaron por el esfuerzo. Finalmente, encontraron refugio en una cueva escondida entre las rocas.—¿Están todos bien? —preguntó Alaric, respirando con dificultad.—Hemos perdido a algunos guardias, pero la mayoría está a salvo —respondió Sir Cedric, limpiando la sangre de su espada.Lyra, agotada pero determinada, se sentó junto al fuego que habían encendido para calentarse.—Estos soldados no eran cualquier tropa. Fueron enviados específicamente para capturarte, Alaric. Mordragon sabe que eres una amenaza real.—Entonces debemos estar preparados para lo que venga —dijo Alaric, su voz firme. —No podemos permitir que nos derroten tan fácilmente.—Debemos encontrar la fuente de estas fuerzas oscuras y detenerlas antes de que sea demasiado tarde —añadió Lyra, mirando a Alaric con seriedad.El joven rey asintió. La lucha apenas comenzaba, y sabía que necesitarían toda la fuerza y el coraje posibles para enfrentar los desafíos que se avecinaban.

El rey de la luz eternaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora