OLIVIA.
—El pecado cometido con amargura, será repetido una, y otra vez con gran gozo y alegría.
Oscar Wilde.
Las manos me sudan, el cuerpo me pica y la ansiedad me consume a morir. El plato de comida frente a mí se me hace enorme y me creo incapaz de comérmelo todo. El estómago se me revuelve de tan solo de verlo.
Levanto la mirada y por inercia se encuentra con la de Dylan. Me sonríe y observo cómo toma un trozo de carne, antes de ponerlo en su plato y servirse ensalada curry. Lo hace con seguridad, como todo en lo que hace. Y eso me hace pensar en que debe tener un ego muy elevado o es seguro de sí mismo y en todo lo que hace.
Me gusta eso de él. Además de sus ojos como el acero y ese aire coqueto que se carga.
Es atractivo.
Y mucho.
Me quedo viendo fijamente su boca cuando corta un poco del trozo de carne y se lo lleva a los labios. Lo hace con lentitud, lo dirige despacio a su boca, saboreando el pedazo entre los dientes, esperando el momento exacto para disfrutarlo. Los segundos se me hacen eternos mientras veo sus labios que muerden con lentitud el trozo de carne. Estoy hipnotizada. Sus labios son una delicia y lo sé por experiencia. Pero el momento se rompe cuando comienza a masticar y cierra la boca por educación.
La pesada mirada de alguien me hace salir de mis pensamientos.
Mierda....
Me encuentro con sus ojos, viéndome divertido, con esa sonrisa burlesca en su rostro cincelado. Disfrutando de mi reacción ante algo tan simple que él hace.
Definitivamente estoy mal.
Reacciono así, a pesar, de todo lo que él me ha hecho.
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Perversa Adición
RomanceElla es mía. De mi propiedad. Y nadie toca a mi propiedad. Yo la quería y me la llevé. Olivia es mía y se acostumbrará a serlo, porque no hay nada que pueda hacer al respecto. No me importa tenerla cautiva en mi finca, la necesito a ella, no su opi...