OLIVIA.
—Si vas a mentirme, al menos hazlo bien, cariño.
Dylan.
Respira.
Respira despacio, Olivia.
Me siento adormilada, siento la boca como si tuviera algodón y el miedo me hace actuar con desesperación.
Mis muñecas están rojas e hinchadas de tanto jalar las cuerdas que mantienen atados mis brazos a los costados de la cama. No puedo ver nada: una venda cubre mis ojos, además de que mis piernas también están atados a los barrotes del final de la cama, poniéndome en una posición donde mis piernas se encuentran completamente abiertas y estiradas. Tiemblo en mi lugar cada que la brisa del aire acondicionado ventila mi cuerpo desnudo.
Esto es una pesadilla.
Mi respiración es lo único que escucho y mi cabeza no tarda en idear las cosas más atroces y horribles que podrían pasarme.
He hecho enojar a Dylan y ahora sufriré las consecuencias.
Jalo con fuerza la piel de las muñequeras que atan mis muñecas y no puedo evitar que las lágrimas resbalen por mis mejillas. Estoy desesperada y tengo miedo, demasiado miedo. ¿Qué me hará Dylan? ¿Matarme, torturarme, lastimarme...?
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Perversa Adición
RomansaElla es mía. De mi propiedad. Y nadie toca a mi propiedad. Yo la quería y me la llevé. Olivia es mía y se acostumbrará a serlo, porque no hay nada que pueda hacer al respecto. No me importa tenerla cautiva en mi finca, la necesito a ella, no su opi...