Capítulo 11 🖤 Te encontré, cariño.

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OLIVIA

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OLIVIA.

—LO QUE SIENTO POR TI, ES UN DESEO ENFERMIZO QUE ME RETUERCE LAS ENTRAÑAS, DEJANDOME SIN AIRE Y AUNQUE QUISIERA NO PUEDO DEJARTE IR, OLIVIA

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LO QUE SIENTO POR TI, ES UN DESEO ENFERMIZO QUE ME RETUERCE LAS ENTRAÑAS, DEJANDOME SIN AIRE Y AUNQUE QUISIERA NO PUEDO DEJARTE IR, OLIVIA. NUNCA LO HARÉ.

Dylan.

Corre....

Corre.

Es la única orden que reciben mis piernas, mientras corro sin detenerme. Las piedras se me incrustan en las plantas de los pies, ya que mis pequeñas sandalias están tan desgastadas de tanto correr cuesta abajo. No sé cuánto tiempo llevo corriendo, he perdido la noción del tiempo, pero puedo percibir cómo poco a poco el camino frente a mí va ganando iluminación. Está amaneciendo.

No te detengas.

No lo hagas.

Si él te atrapa estás perdida, Olivia...

Grito.

Mis piernas arden.

Me voy de bruces contra la tierra, siento como la sangre brota de mi nariz y boca. Mi rodillas y cara reciben todo el impacto. Pero no siento dolor, por toda la adrenalina que traigo encima.

No hay dolor.

Solamente está ese miedo que me recorre las entrañas que me hace arrastrarme hacia el tronco de un árbol y recargar mi espalda.

Estoy agotada. Cansada y hambrienta.

No he comido nada desde mi cena con Dylan. Tampoco he dormido, he caminado toda la noche sin parar, sin descansos, sin nada más que fé por encontrar la salida de esta jungla.

Me recargo con cuidado sobre el grueso tronco del árbol. Reviso mi cuerpo para poder observar la magnitud del daño y ahogo un grito cuando veo el estado de mis rodillas y mis pies. Cubro mi boca con mis manos y justo en ese momento; la adrenalina se esfuma y el bloqueo mental en el que estaba desaparece, dejando el dolor de mis heridas.

Perversa AdiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora