La pena

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El bebé se movía suavemente sobre las mantas que envolvían su pequeño cuerpo

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El bebé se movía suavemente sobre las mantas que envolvían su pequeño cuerpo. Las criadas de su madre lo habían arropado para protegerlo del frío implacable que reinaba en el castillo. Mientras tanto, Rhae descansaba bajo el cuidado de Rianne, quien había estado presente durante todo el parto.

Por razones que la reina desconocía, Daemon y Rhaenyra no se habían presentado, y Baela vigilaba los alrededores del castillo. Rhaena, por su parte, seguía sumida en la profunda tristeza por la pérdida de Lucerys. "¿Puedo verlo?" preguntó la princesa, aún con la respiración agitada por el esfuerzo del parto.

Rianne miró a las criadas, indicándoles que le acercaran al bebé. Una de ellas, con sumo cuidado, tomó al pequeño y lo depositó en los brazos de Rhae. Al ver al niño en sus brazos, la princesa no pudo contener las lágrimas de felicidad. Era tan pequeño y frágil, apenas había llorado al nacer; en cambio, al abrir sus ojos, observó el mundo que lo rodeaba con una curiosidad tranquila.

Al contemplar a su hermana y su hijo, Rianne sonrió, recordando la emoción que sintió cuando tuvo a Oscar en sus brazos. Aún lo extrañaba profundamente, pero sabía que lo mejor era mantenerlo lejos de Rocadragón. Sin embargo, al observar los cabellos albinos del bebé, Rianne suspiró pesadamente.

No podía prever cómo reaccionarían los demás al ver que el niño no se parecía en nada a Jacaerys; sus cabellos blancos eran una señal de que posiblemente no era un Velaryon. "¿Qué le dirás a Jacaerys?" preguntó Rianne de repente. La joven madre, al escuchar la pregunta, desvió la mirada de su hijo, visiblemente pensativa.

"La verdad..." respondió con firmeza, volviendo a mirar al pequeño en sus brazos. En ese momento, entró Champiñón, quien al enterarse del nacimiento, había solicitado ser el primero en ver al bebé. Además, traía consigo una noticia, o más bien un rumor, de Invernalia, donde se encontraba el príncipe Jacaerys.

"Majestad, princesa, he oído que el parto fue complicado," comentó Champiñón. Ante sus palabras, Rhae solo pudo reír ligeramente. Durante su estancia en Rocadragón, la princesa y el enano habían entablado una cierta amistad, aunque Champiñón claramente buscaba obtener información para sus relatos.

"Lo fue... Pero gracias a los dioses, el dolor valió la pena, y el niño nació sano." Champiñón, al escuchar estas palabras de la Velaryon, sonrió mientras se acercaba a la cama para ver al bebé. Pero al observarlo, no se sorprendió en absoluto por los cabellos blancos del supuesto hijo, ya que él "sabía" que Jacaerys no era el padre.

"Es hermoso, ¿no le parece?" preguntó la reina. Ella era consciente de las intenciones de Champiñón y, a diferencia de su hermana gemela, Rhaenyra, no podía ocultar su desagrado hacia el enano. Sin embargo, mantenía la compostura.

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