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Aviso: Este capítulo se basará más en la serie, específicamente en el capítulo 7.
Esa mañana hacía algo de frío en King's Landing, o tal vez la princesa Rhae había dormido con la ventana abierta y por eso el viento helado golpeaba su cara. La noche anterior, como era habitual, le había escrito una carta a su amado Blackwood. En un momento, su madre entró a la habitación avisándole que le haría mal escribir hasta tan tarde ya que forzaba mucho la vista. Con este aviso, la joven se apuró a escribir, después sacó al cuervo de su jaula y le colocó la carta en una de sus patas para después dejarlo volar acercándolo a la ventana. Y así fue como el cuervo, que ya estaba acostumbrado a la ruta hasta el Árbol de los Cuervos, voló con todas sus palabras de amor hacia Davos.
Volviendo al presente, poco tiempo después de que la princesa se despertó, las criadas tocaron la puerta de su habitación. Ella musitó un pequeño "puede pasar".
—Princesa, ya es hora de que se prepare para el funeral. Le traeremos el desayuno —dijo la criada más joven entre todas, amiga de Rhae, llamada Jocelyn. La princesa solo tenía conversaciones con la de cabellos castaños cuando se encargaba de bañarla en la tina, pero desde que su hermana Rianne se había marchado con Rhaenyra a Dragonstone, Rhae se hizo mucho más cercana a Jocelyn.
—Por supuesto —respondió, levantándose con leve pereza para después dejar que las criadas se encargaran de vestirla. Por suerte, ese día no usaría ese espantoso verde que tanto odiaba. No es que odiara su casa materna, simplemente aún no entendía por qué tenía que usar esos colores. No comprendía la obsesión de su madre por querer que todos sus hijos usaran ese color, pero muy pronto lo descubriría.
Ella no conocía mucho a Laena Velaryon, pero gracias a sus maestros, que de pequeña le enseñaron historia de todas las casas y nombres de sus lores, sabía que la morena era hija de Corlys Velaryon y que su hermano era esposo de Rhaenyra, su media hermana, con quien se había distanciado debido a su mudanza al castillo que le había sido nombrado a su gemela, Rianne. Lo que Rhae sabía de la hija del Señor de las Mareas era que se había propuesto ser la esposa de su padre, pero este se había negado debido a su corta edad. Esto le parecía irónico, ya que su madre tenía un par de años más que Laena cuando se casaron y nació ella y su mellizo.
A los pocos minutos, terminó de ser vestida. Para no arruinar su vestido iría en barco junto a su hermana menor. Le aburría; quería volar en Inferno, el dragón más grande después de Vhagar, antigua dragona de Visenya Targaryen. Pero al charlarlo con su madre ayer, esta se negó repetidas veces diciendo una de las veces: "No entiendo tu fascinación por esa bestia".
Las criadas se retiraron haciendo una leve reverencia, dejando a la joven sola para que desayunara. Aemond, su hermano más pequeño, entró mirándola con una leve sonrisa triste. Ella suspiró levemente al verlo entrar con esa expresión. Sabía lo que significaba: este estaba algo decaído después de que Jace, Luke y sus hermanos mayores le regalaran un cerdo.
