Estábamos los dos solos, en lo que parecía ser un recreo común y corriente... pero todo era diferente, porque ahora era contigo.Los nervios se apoderaban de mí, como siempre que intentaba hablarte. Mis palabras tropezaban entre sí, convirtiéndose en un tartamudeo ridículo que me hacía sentir más y más avergonzada. Todo era un desastre hasta que tomaste mi mano.
Tu mano fría se entrelazó con la mía, que ardía como el fuego. Sentí un escalofrío recorrerme el cuerpo, pero al mismo tiempo una calidez inexplicable empezó a invadir mis mejillas. Era como si nuestras manos encajaran perfectamente, como dos piezas de un rompecabezas... lo cual obviamente no era posible.
Era solo la sensación de la mano de otra persona, de alguien a quien yo ni siquiera debería amar. No era posible enamorarme de ti. No, no podía ser. Simplemente no... no.
—¿Pasa algo? Te quedaste mirando a la nada —tu voz me sacó de mis pensamientos.
Tu tono suave y un poco preocupado hizo que volviera a la realidad, y me encontré mirando tus ojos, esos ojos intensos y azules que parecían contener todos los secretos del universo. Me perdí en ellos por unos segundos, antes de darme cuenta de lo obvio: mis mejillas estaban ardiendo, y giré la vista hacia el suelo, avergonzada. Mierda, ¿por qué tienes que ser tan irresistible?
¿Por qué tus ojos tienen ese brillo tan especial?
¿Es esperanza?
¿Es valentía?
¿Son sueños por cumplir?
¿Qué es lo que causa ese brillo tan espléndido?Seguramente algo bello... seguramente todo, menos yo. Un suspiro escapó de mis labios antes de poder contenerlo. No puedo evitar sentirme un poco triste. ¿Te he tomado cariño? Tal vez, de la manera más tonta, sí lo he hecho.
De repente, siento tu mano en mi mejilla, cálida y suave. Me sobresalto ante tu toque, sorprendida por el gesto. Sin dejar de mirarme, colocas tu otra mano en mi otra mejilla, girando mi rostro hacia el tuyo. Me quedo paralizada, sintiendo cómo mi corazón late con fuerza en mi pecho.
—Eres increíble, Tory —susurras con esa voz que me derrite por dentro—. No sé si te lo han dicho antes, pero quiero que sepas que lo digo desde lo más profundo de mi corazón: eres hermosa, y no solo por fuera. Todo de ti es hermoso, Tory. Todo.
Mis mejillas se calientan aún más, sintiendo que una sonrisa tonta se dibuja en mi rostro. Los nervios corren como una corriente eléctrica por mi piel, y mi estómago se llena de mariposas al oír tus palabras. Siento una ola de emociones, tan solo con el simple contacto de tus labios en los míos.
Oficialmente, me he enamorado de ti, Robby Keene.
ESTO (YA NO) ES UN JUEGO