CAPÍTULO 5: Estos pensamientos...

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Después de despedirme de Mike, ambos subimos a su departamento, en el camino veníamos hablando sobre lo deliciosa que estaba la comida y sobre qué deberíamos cenar.

- ¿Has probado los escargots? - Dijo Joe abriendo la puerta dejándome entrar.

Fruncí el ceño mientras entraba y caminaba hacia la sala. - Sí, y no me gustan para nada - Reí- Son babosos y salados, guácala.

Él se sentó en el sillón mientras yo también lo hacía desde el otro lado. - Descartados los caracoles entonces.

- Algo menos fancy para cenar estaría bien.

- ¿Hamburguesas? 

Asentí. - Uf, sí, tengo años sin comer una.

- ¿Qué? ¿Por qué decidiste ser infeliz? - Una risa sonaba en la sala de parte de Joe.

- No soy mucho de comer comida rápida, la verdad, pero mataría por una hamburguesa ahora mismo.

- Tranquila, no es necesario matar a nadie aún.

Ambos reímos y me acomodé en el sillón.


NARRA JOE

Después de mostrarle la que sería su habitación por los próximos dos días, la dejé instalarse y darse una ducha, eran casi las siete de la noche y el sol estaba empezando a desaparecer, me senté en el pequeño sofá del balcón.

Carla se quedaría conmigo los próximos días, era una chica sumamente interesante, divertida y tenía una personalidad inigualable. 

Yo quiero muchísimo a Mike, pero no entendía como una chica así, podía estar con alguien como él. 

Sin que se preste a mal interpretaciones, Mike siempre ha sido ese tipo de chico que no da más que el mínimo en sus relaciones, siempre ha tenido relaciones muy superficiales con chicas equivalentes a ello.

Ella era diferente, era de esas personas que tenía un brillo propio, apuesto que si la ponías frente a mil personas, ella sería la primera persona que verías.

Sentí sus pasos acercarse a mí y la miré. Movía sus labios diciéndome algo pero su presencia me hizo observarla sin escuchar lo que decía.

Su cabello estaba húmedo, caía sobre sus hombros, que estaban descubiertos por una camiseta de tiras delgadas, su cabello era largo y con unas ondas naturales que al secarse parecían casi rizos. A pesar de que estaba lejos, podía oler su perfume y el aroma de su shampoo, por un segundo me imaginé en su cuello, embriagándome de su aroma. Maldita sea.

- ¿Joe? - Dijo insistente.

Moví la cabeza - Disculpa, ¿me puedes repetir?

- Sí - Rió - dije que podría vivir en tu ducha.

Mi ducha era de mis cosas favoritas en la casa, tenía un sistema que hacía que cayera agua desde varios ángulos.

- Lo sé. Es increíble.

No tardó en sentarse a mi lado, su aroma estaba más cerca de mí y cerré los ojos brevemente para disfrutarlo.

- ¿Vamos a salir a comer o pediremos algo hasta acá? 

Volteé a verla - ¿Qué prefieres? 

Ella miró hacia el cielo y se acomodó en el sofá, subiendo sus piernas al cojín. - Quiero quedarme aquí.

Asentí y disfruté del silencio.

- Este es fácilmente uno de los atardeceres más lindos que he visto.

MAGNETISMO - Joe JonasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora