CAPÍTULO 10: ¿En qué te metiste?

117 14 2
                                    

Puedo jurar que todo a mi alrededor se desvaneció y solo pude concentrarme en ella.

El calor de su cuerpo chocando con el mío era algo que no podía ignorar un segundo más, la tomé de la cintura y la acerqué aún más a mí, ella soltó un pequeño gemido que resonó en mis oídos.

- Joe... - Dijo separándose de mí.

- No. - Traté de encontrar mi respiración. - No te atrevas a detener esto aquí, por favor.

¿Soné desesperado? Totalmente, pero la necesitaba, necesitaba dejarme llevar por mis emociones y sabía que ella quería lo mismo que yo... la miré por un segundo y de un momento a otro, el deseo se transformó en algo más. Con ambas manos tomé su rostro mientras mi pulgar hacía pequeños círculos en sus mejillas.

Me acerqué lentamente, y de nuevo, mis labios se encontraron con los suyos... en el momento en que ella tomó el liderazgo de la situación y se sentó sobre mí, entendí que ella quería esto tanto como yo.

Mis manos se resbalaron hacia sus piernas y pude sentir como su piel se erizaba bajo mi tacto, dirigió sus labios a mi cuello, dejando pequeños trazos de besos húmedos mientras subía hacia mi oreja, cuando sentí sus dientes en un suave mordisco, reaccioné apretando con mis manos lo que tenía bajo ellas; sus glúteos.

Sus manos bajaron por mi pecho y la sensación me hizo actuar con rapidez, la tomé en mis brazos y la levanté directo hacia mi habitación, al llegar, suavemente la recosté en mi cama y me posicioné sobre ella mientras la besaba, sus piernas se cruzaron en mi espalda y estoy seguro de que la cercanía de nuestras pelvis le había hecho sentir lo mucho que la deseaba.

Tomé aire y me separé para mirarla, uno de mis brazos estaba soportando mi peso y con mi mano libre quité un mechón de cabello de su rostro, su respiración estaba tan agitada como la mía, sus labios ligeramente rojos y su cabello despeinado. En sus ojos vi lo mismo que yo estaba sintiendo; ambos queríamos esto, pero no así, no era el momento.

Suspiré y me dejé caer a su lado, ella imitó mi acción y cerró los ojos.

- Lo siento Joe... 

- Shh... -Dije suave- no tienes por qué disculparte. No será así, te lo prometo.

Sentí su mirada sobre mí y me giré para encontrarme con sus ojos marrones y una sonrisa bastante sutil.

- ¿Te he dicho que eres preciosa? -Dije sin poder dejar de mirarla.

Ella solo amplió su sonrisa de boca cerrada y se acercó a mí, se acurrucó en mi pecho y estaba seguro de que ella podía escuchar lo rápido que estaba latiendo mi corazón en ese momento por su cercanía tan íntima.

Rodeé mis brazos en su espalda, acercándola a mí. El silencio dominaba el ambiente y solo se podían escuchar nuestras respiraciones estabilizándose después de todo lo que había pasado.

Sus dedos hacían pequeños patrones inconclusos en mi pecho y los míos se enredaban en su cabello. 

Dios, nunca me había sentido así...

En ese momento solo podía pensar en la calma que sentía y poco a poco pude ver todo oscurecer hasta entrar en un sueño profundo.


Al despertar, me moví un poco en la cama y mis manos, inconscientemente, buscaron a Carla a mi lado, pero no estaba junto a mí.

Ya me estaba imaginando que estaría haciendo uno de sus deliciosos desayunos pero al llegar a la cocina, la vista me decepcionó. No estaba, en ningún lado. Sus maletas no estaban y la habitación donde estaba ella lucía como si nadie nunca la había usado.

¿Se fue a Miami? ¿Sin decirme?

Pensé en llamarla, pero la realidad me cayó como un balde de agua fría; en estos días, nunca le pedí su número de teléfono, realmente nunca lo necesitamos, estuvimos juntos todo el rato y pocas veces usamos el teléfono cuando estábamos juntos.

Me senté en el sofá y revisé mi Instagram, seguro podía encontrarla, en mis seguidores, en los de Mike, en dónde sea, pero necesitaba comunicarme con ella.

Al parecer, "Carla" era el nombre más común del mundo y no sabía su apellido.

¿Qué hago?

Me repetí la pregunta varias veces en mi cabeza mientras me cambiaba de ropa, estaba dispuesto a salir a buscarla. Pero ¿buscarla donde? Había dormido tan bien que no me di cuenta de que eran casi las diez de la mañana, seguramente ya estaría llegando Miami o por lo menos, esperando abordar en el aeropuerto.

¿Tendría que recurrir a mi última opción? Sí...

Marqué el número de Mike en mi teléfono y después de unos seis tonos, escuché su voz.

- ¿Qué quieres? - Dijo cortante del otro lado del teléfono.

- Escucha, sé que no merezco esto y que probablemente te parezca una estupidez pero necesito que me des el número de Carla.

La risa burlona de Mike se escuchó. - ¿Tuvieron sexo y se fue?

- No, no fue así...

- Mira Joe, tu escogiste a Carla sobre nuestra amistad, ahora es tu problema.

Antes de que pudiera responder, escuché el sonido de la llamada finalizada, apreté el teléfono y con frustración comencé a caminar por toda la sala mientras revisaba en mi teléfono alguna señal de ella o alguna respuesta de cómo podía encontrarla.

Vi mi galería de fotos y entre las miles de fotos que tomamos para mi estilista, había un selfie que ella había tomado ese día, por unos segundos me quedé admirándola desde la pantalla y acto seguido, supe qué es lo que me pondría ayudar a conseguirla.

Seleccioné la foto y se la envíe a Greg, nuestro manager.

"Necesito que me consigas el número de teléfono, Instagram o incluso un correo de esta chica, por favor."  Tecleé y envíe el mensaje.

Inmediatamente recibí respuesta.

"¿Quién es ella? ¿En qué te metiste, Joe?" 

No tenía problema en explicar, pero honestamente, en este momento no quería.

"Solo consíguelo, te lo pido, su nombre es Carla, vive en Miami, estudia Artes Modernas y le gusta el té."

Envíe el mensaje y yo mismo fruncí el ceño al ver el último dato innecesario que le había dado sobre ella.

Greg me respondió con un: "Veré que puedo hacer" y yo solo le agradecí.

Sentía como un nudo se armaba en mi pecho, quería hablar con ella, y saber qué estaba pasando por su cabeza.

A pesar de que solo había estado en mi casa un par de días, cuando vi detalladamente mi sala, y me encontré solo, me di cuenta de que algo faltaba, su presencia era demasiado notoria, pero no tanto como su ausencia. 


MAGNETISMO - Joe JonasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora