Capitulo Dos

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Awilix despertó exaltada, el sol la cegó por completo durante unos segundos, mientras se recargaba en sus codos para tomar un gran bocado de aire. Cuando logro adaptar su vista a la gran cantidad de luz que el sol emitía, dirigió su vista a su pecho, donde la flecha había entrado y se encontró con una venda en lugar de una flecha.

—¿Qué demonios? —se pregunto a ella misma. Sorprendida al no encontrar la flecha, creía que la casa cero la dejaría morir con la flecha.  

Miro a su alrededor, todo el lugar rodeado de arboles, la mayoría en mal estado, como estaba acostumbrada a verlos, y por las raíces de estos, habían bolsas negras de basura que generaban un mal olor. Y los pocos arboles que parecían reales, se delataban por el brillo en sus hojas y madera, no eran arboles reales, eran experimentos de la casa trece.

Una voz masculina la sorprendió.

—¡Chicos, la blanca despertó!  —confundida por el apodo, Awilix levanto su vista. Encontrándose con un chico de su edad, seguramente mas alto que ella, de tez morena y cabello castaño, ligeramente rizado y largo.

Ante el grito, varios pasos se hicieron presentes cerca de ella, sin dudarlo, Awilix se levanto del suelo tomando entre sus puños algo de tierra con pequeñas rocas, amenazándolos con eso. Enfrente de ella habían tres chicos y dos chicas mas.

—¿Eso.. es tierra? —pregunto una de las chicas, la que parecía ser menor a todos los de ahí.

Awilix miro a su mano, contemplando la tierra que se deslizaba entre sus dedos.

—Si... —susurro Awilix, sacudiendo sus manos para limpiar el exceso de arena. Sin darle tiempo a los jóvenes de hablar, giro sobre sus talones y comenzó a correr.

—¡Espera! —gritaron los seis jóvenes a la vez. Corriendo enseguida tras ella.

Corrieron hacia el bosque, atrás de Awilix. Sabían que la chica no encontraría salida, pues al igual que todas las casas, su limite era rodeado por una cerca que amenazaba con electrocutar a cualquiera que intentase acercarse. Se detuvieron por unos segundos cuando perdieron a la chica de vista, pensando que la habían alucinado por el calor. Aquellos jóvenes llevaban días desterrados en aquella casa sin haber comido algo, ni siquiera habían tomado agua durante esos días.

Se detuvieron mirando a todos lados en alguna señal de la chica, hasta que por fin llego. Unos jadeos arriba de ellos llamaron su atención. Al alzar la vista, se encontraron con la chica acomodándose entre las ramas del árbol mientras recolectaba entre sus manos ramas pequeñas.

—¿Quiénes son? —pregunto Awilix. Mirando hacia ellos.

—No sabemos, aparecimos aquí al igual que tu. —respondió una de las chicas que parecía tener su edad, de cabello oscuro y tez blanca.

—¿No sabes tu nombre, pero si hablar? ¡Que ridículo! —grito Awilix. Tomando la iniciativa de defensa con ella.

Tomo una de las ramas y la lanzo hacia la chica, dando justo en su cara. Soltó una pequeña risa cuando la rama dio en la cara de aquella chica, quien no se contuvo a mirarla mal. Miro a los demás chicos y sin dudar, comenzó a lanzarles las ramas que tenia en manos.

—¡Bien, bien, basta! —el mismo chico que la sorprendió hacia unos minutos llamo su atención provocando que dejara de lanzar las ramas. —¡Soy Eros, Eros Villa Nueva! ¿Cómo te llamas?

—Awilix, Awilix Connolly.

—Wow, ¿no hablas ingles? —cuestiono de manera bromista otro chico, el cual parecía ser el mayor de aquel lugar. Eros lo codeo mientras Awili xlanzaba una rama a su cabeza.

El Desafío De Los Desterrados (Libro 1, 2, 3 y 4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora