Capítulo Trece

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Awilix se despertó sobresaltada. La poca luz del sol entraba levemente por los hoyos del techo de la cabaña, los otros chicos aun se encontraban dormidos. Suspiro pesadamente tratando de olvidarse de aquel sueño La muerte de su hermano era recurrente en su día a día desde hacía dos años que ya ni siquiera se atrevía a llamarle pesadilla

Se levantó dejan el saco de dormir a un lado, camino con cuidado hacia la puerta de la cabaña. Respiro profundamente para evitar llorar por el sueño, aunque era común no podía evitarse las lágrimas al despertar, abrió con cuidado la puerta y salió a ver el amanecer.

Se estiro, bostezando por el sueño mientras iniciaba su caminata hacia el mar, su pierna ya no le dolía y se sentía lo suficientemente bien para caminar hasta el mar, sosteniendo una lanza en su mano, iba con la esperanza de cazar algún pez. Al llegar al mar, acomodo su pantalón para evitar mojarse demás. Busco entre la basura un pequeño gusano que le sirviera para atraer a los peces.

Al encontrarlo, lo tomo con cuidado y se adentro al mar, a lo mas profundo que pudo, ahi lo soltó a unos pasos de ella. Rápidamente varios peces se acercaron, Awilix sonrió y trato de tomar uno. Estuvo peleando un buen rato con tres peces hasta que logro atrapar a uno, la lanza se enteró en el manchando de sangre el agua. Lo saco rapidamente del mar y se acerco a la arena, donde sus pies se llenaron de arena al instante.

La chica sonrió satisfecha por el tamaño del pez y comenzó a caminar de vuelta hacia la cabaña, con los pies aún mojados y llenos de arena. Comenzó a tararear la canción que siempre tenia en su mente,  la que su abuela le cantaba todas las noches cuando no podía dormir.

Al llegar a la cabaña, Awilix notó a Eros y a Citlali platicando calidamente bajo los ligeros rayos del sol.

—¡Awilix! —Eros detuvo su platica con Citlali para mirarla. —Pensé que te habías ido de vuelta.

—No hubiera sido malo. —murmuró Citlali.

Awilix rodo los ojos.

—No me hubiera ido sin despedirme de Zaly y Diego. —aseguró Awilix, sin detenerse a mirarlos. Camino a la vieja fogata con el pez en manos, lo dejo sobre la leña colgando y comenzó a buscar alguna rama y una roca con la cual poder iniciar el fuego de nuevo.

Tallo con fuerza la roca y la rama intentando crear fuego, lo intento por un rato hasta que logro encender la fogata de vuelta.

—¿Pez? —cuestiono Quetzaly llegando a su lado mirando el fuego.

—Si, ¿quieres? —Awilix la miró con intriga.

Quetzaly estaba por responder con una gran sonrisa, pero fuertes ruidos en el aire se hicieron presentes, las dos alzaron la vista hacia el cielo mientras los otros chicos salían de la cabaña confundidos por el ruido. Tres helicópteros completamente negros se acercaban, el mas grande, quien iba hasta al frente, fue el único que comenzó a buscar lugar para aterrizar cerca de los siete chicos. Tardo unos minutos bajando y buscando el lugar, causando molestia en los chicos por el fuerte ruido. Se cubrieron los oídos sin apartar la vista de los helicópteros.

Awilix noto que a ambos lados del helicóptero tenían marcados un gran numero trece con rojo. Se levanto de su lugar, poniendo a Quetzaly detras de ella y camino con cuidado a los otros chicos.

—Es de la casa trece. —aseguró ella

—¿Cómo estas segura? —preguntó Citlali volteando a volteando a verla.

—Tienen el número trece marcado a los costados. —respondió con obviedad. —No creo que las trece colonias de estados unidos existan de nuevo y vengan a salvarnos.

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⏰ Última actualización: Oct 09 ⏰

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El Desafío De Los Desterrados (Libro 1, 2, 3 y 4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora