Capitulo Siete

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La noche caía sobre la casa uno, con el aire frio creando susurros escalofriantes por el bosque.  Fuera de la cabaña, una fogata crujía frente a Awilix, mientras tallaba mas ramas en forma de flechas. El fuego iluminaba lo suficiente para que la castaña lograra tallar con precisión y delicadeza las ramas.

Dentro de la cabaña, una viva discusión entre Eros, Santiago y Citlali creaba un ambiente tenso. Ander cuidaba de los niños pequeños, entreteniéndolos para ignorar la pelea. Eros fue quien termino con la pelea, saliendo de la cabaña con un gran portazo y con rostro preocupado, se acerco a la fogata.

—Necesito hablar contigo. —dijo el chico, con voz algo ronca por los gritos dentro de la cabaña, 

—¿Qué pasa? —pregunto Awilix, levantando su vista para mirarlo, pero sin dejar de tallar, pues sabia perfectamente que suceda.

—Laly aun cree que eres de la casa trece. —murmuro el chico.

—Si que es terca. —susurro y levanto los hombros. —No puedo hacer anda para evitar que deje de pensar en eso.

Eros se acerco a su lado.

—Debe haber una manera, tienes que demostrarle que no eres de la casa trece. 

Awilix dejo de tallar y miro fijamente a Eros, con una mirada intensa.

—No es tan fácil, ¿qué se supones que le muestre? —cuestiono ella, soltando el cuchillo y la rama.

—Ah, no lo sé, algo debe haber. —Eros la miro, acercándose aun mas a ella.. —Demuéstramelo a mi, al menos.

—¿No confías en mi? —con su voz baja y emotiva, su mirada intensa, penetrante y profunda se clavó en Eros, sintiéndose desnudo ante ella, como si Awilix pudiera ver hasta su alma y saber cuando miente.

—Claro que confió en ti. —murmuró. —Pero necesito saber la verdad.

—¿Por qué necesitas saberlo? 

—Por que Citlali dice que eres peligrosa.

Awilix bajo la mirada y asintió levemente.

—Claro. —murmuró. 

Tomo una bocado de aire y se levantó, acercándose a Eros. Al tenerlo enfrente volvió a suspira y giro sobre sus talones mientras tomaba la punta de su camisa, levantando levemente esta dejando a la vista su espalda, donde, bajo el fuego de la fogata, brillaba una marca de quemadura, pero no una cualquiera, era la marca de la casa seis.

Era la forma de un círculo, partido a la mitad por una diagonal y un triangulo equilátero en la parte superior. Fuera del circulo, a ambos lados, sobresalía la marca de unas alas de una mariposa.

—El circulo representa la unidad y la armonía, la diagonal representa la lucha constante por la sobrevivencia y la adaptación, el triangulo se agrego con el tiempo, cuando los sobrevivientes aprendieron a convivir en paz y la mariposa... bueno, ya no existen, pero creí escuchar que representa la guerra de libertad que intentaron iniciar antes de la dictadura de Javier Bustamante. —Awilix explico cada parte de la marca en su espalda, sorprendiendo a Eros.

—Lo siento, yo no sabia... —hablo con rapidez.

Awilix acomodo su camisa y giro de vuelta para verlo.

—Esta bien. 

Eros asintió. 

—Gracias. —susurro Eros. El cálido aliento acaricio la piel de Awilix provocando escalofríos en ella. 

Sin dedicarle una mirada mas, se acerco raudamente al lugar donde estaba sentada, tomando la rama que estaba tallando. 

—¿A donde iras después de escapar? —curioseo Eros.

—Ya había dicho.  Me quedare en algún bosque, es mas seguro.

—¿Por que quieres escapar? 

—No quiero morir aquí. —respondió la chica retomando su tarea de tallar ramas.

—Morirás en el bosque. —comenzó a poner Excusas.

—Prefiero ir ahí.

—No sabes que hay allá afuera, es peligroso.

—Tengo que intentar, Eros.

—Piensa en Quetzaly. —pidió el chico.

—¿Quetzaly?

—Quetzaly se encariño contigo. —susurro Eros. —No quiero que le pasa algo.

Awilix dejo de tallar, levantando la vista para mirar a Eros. Su corazón comenzó a latir mas fuerte, no podía evitarlo. Ella sabia muy bien que, a pesar de los pocos días, había creado una nueva debilidad en aquella casa. Quetzaly era la versión femenina de su hermano y sabia que mientras mas tiempo pasara ahí, mas grande seria su debilidad cuando se tratase de ella. Como en ese momento.

—Eros...

—Por favor, no te vayas.

La chica dejo caer la rama y el cuchillo al suelo, mirando a Eros de manera intensa. Por un momento olvido el plan, dispuesta a morir ahí.

—No es tan fácil, no lo entenderías.

—Entonces explícamelo. —rogo el chico.

Su mirada se alejo de Eros, en dirección al bosque oscuro. La razón de su plan de escape era algo que nadie podía enterarse. Suspiro, buscando una excusa.

—Quiero ser libre. No quiero morir encerrada y atrapada por la casa trece, seria una vergüenza. —confeso. Aun que aquella respuesta decía la verdad, aun faltaba mas por decir.

—Te encontraran en el bosque.

—De alguna manera lograre escapar de ellos, siempre lo he hecho. —comento con rudeza. Tensando su mandíbula. 

Eros asintió levemente. No podía hacer algo para que la chica cambiara de opinión. Se sentía imponente, como si estuviera viendo a Awilix caminar hacia un abismo sin poder extender la mano para detenerla. Su mente estaba llena de pensamientos contradictorios. Quería protegerla y mantenerla a salvo aun sabiendo que Awilix no era una chica que se dejaría defender.

—Nos vas a abandonar muy rápido. —menciono en un tono bromista sentándose a su lado. —¿Cuándo te iras?

—Aun no lo se, podría intentarlo mañana en la noche, en dos días, justo ahora. Solo espero que sea pronto.

—¿Por que es tan importante para ti? —pregunto Eros, en un susurro.

—Quiero saber que hay allá fuera. —contesto mirando la flecha que acababa de tallar. —Necesito saber si aun hay esperanza.

Eros comprendió todo en aquel instante. Awilix no solo luchaba por su supervivencia, sino por su fe en un futuro mejor.

—Tranquilo. —Awilix suspiro. —Si no hay esperanzas, volveré de vuelta con ustedes.

Eros sonrió débilmente, sabiendo que era una promesa que Awilix tal vez no lograría cumplir, pero tenia fe que se lo haría. 

El Desafío De Los Desterrados (Libro 1, 2, 3 y 4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora