Capítulo 2

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**Anya**

—¡Anya! Te ves hermosa —dijo Becky, con una sonrisa amplia en el rostro.

Anya salió de su habitación, vistiendo unos pantalones de tiro alto verdes de cuadros que resaltaban su figura, acompañados de una blusa de un tono café oscuro que hacía que su piel brillara con un toque suave. A lo largo de los años, su estilo y presencia habían cambiado, y no solo en lo superficial. Había algo en su mirada, algo más profundo y maduro, pero también más distante. Era como si llevara consigo un peso que no podía compartir con nadie.

Anya sonrió levemente al ver a Becky. Ella también había cambiado. Su cabello ahora le llegaba hasta la clavícula, con un corte elegante que enmarcaba sus facciones, dándole un aire sofisticado y seguro.

—Estoy un poco nerviosa —dijo Anya, ajustándose los puños de su blusa—. El "Perfecto Henry" hace que dude de asistir.

—¡Jajajaja! Anya, sigues siendo igual de graciosa —respondió Becky, riendo con sinceridad.

Pero Anya no se sentía graciosa. Tomó su taza de café y se acercó al balcón del departamento que compartía con Becky. Afuera, la brisa fresca de la mañana otoñal le rozó las mejillas, trayendo consigo recuerdos de otro tiempo. Cerró los ojos, inhalando profundamente. No pudo evitar que su mente volviera a él. A Damian.

Un suspiro se le escapó, apenas un murmullo ahogado en el aire. *¿Cómo iba a enfrentarlo?* Pensar en él aún le provocaba esa mezcla de nostalgia y amargura que no había logrado superar por completo. Era un capítulo de su vida que nunca había terminado de escribir, pero que estaba a punto de reabrirse.

—¿Estás bien? —preguntó Becky, al notar que Anya se había perdido en sus pensamientos.

Anya forzó una sonrisa, girándose ligeramente para verla.

—Sí... Estoy bien. Solo es... raro estar de vuelta, supongo.

Becky la observó, dudando por un momento, pero finalmente decidió no presionar. Sabía que Anya guardaba cosas dentro, cosas que probablemente no compartiría tan fácilmente.

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**Damian**

—Joven Desmond, buenos días.

El "Perfecto Henry" estaba parado frente a él con su habitual postura rígida y voz autoritaria. Normalmente, Damian hubiera notado su presencia al instante, pero hoy, su mente estaba en otro lugar, atrapada en una maraña de pensamientos que no podía controlar.

—Buenos días, Perfecto —respondió Damian, casi mecánicamente, sin siquiera levantar la vista de los papeles que tenía frente a él.

Pero, en realidad, no veía los documentos. Todo lo que podía ver en su mente era el rostro de Anya cuando entró al aula el día anterior. No importaba cuánto intentara distraerse, su imagen seguía reapareciendo, torturándolo con recuerdos de lo que había sido y de lo que nunca llegó a ser.

—Espero que esté listo para la reunión de hoy. La señorita Blackbell ha traído a la nueva integrante del equipo docente y...

El resto de las palabras del perfecto Henry se desvanecieron en el aire, mientras Damian luchaba por mantener la compostura. Su corazón latía con fuerza, y un calor incómodo le subía por el cuello. El simple hecho de escuchar su nombre lo desequilibraba.

—Por supuesto, estaré allí —dijo Damian, intentando sonar indiferente, aunque su mente estaba en otra parte.

**Anya**

Mientras Anya seguía disfrutando del aire fresco en el balcón, su mente viajaba al inevitable reencuentro. Sabía que, en algún momento, tendría que enfrentarse a Damian formalmente, y no estaba segura de cómo manejarlo. Había cosas que aún no podía decir, y una parte de ella temía que no podría ocultarlas por mucho tiempo.

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