Capítulo 14 (1era parte)

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Flashback: Baile de Halloween en el instituto Edén.

El gimnasio del instituto Edén estaba transformado. Luces parpadeantes iluminaban telarañas falsas colgando del techo, y una brisa otoñal se colaba por las ventanas abiertas, haciendo bailar las hojas caídas en el suelo. Esa noche de Halloween, la atmósfera era eléctrica, llena de risas y música, pero Damian solo podía pensar en una persona.

Anya Forger.

Vestido con un traje oscuro, con una capa larga y una máscara cubriendo parte de su rostro, Damian recorrió el gimnasio en busca de Anya. Sabía que vendría, aunque ambos habían acordado que no debían ser vistos juntos. No aún. Llevaban semanas encontrándose a escondidas, compartiendo momentos que nadie más conocía, y esos momentos habían sido suficientes para encender en él un fuego que no podía controlar.

Anya estaba apartada, cerca de la mesa de bebidas, con un disfraz de bruja que parecía diseñado para ella. Su vestido oscuro resaltaba su piel pálida y el brillo de sus ojos. Pero su mirada estaba distante, como si intentara no pensar en él. Damian lo sabía. Sabía que Anya también lo estaba buscando, pero intentaba negarlo.

—Pensé que no vendrías —dijo él suavemente, acercándose a su oído sin que nadie lo notara.

Anya se sobresaltó y lo miró de reojo. Su corazón dio un vuelco al escuchar su voz.

—No iba a perderme la fiesta, pero… no deberíamos estar aquí juntos —susurró Anya, con un nerviosismo que la traicionaba.

Damian sonrió apenas, sabiendo que ambos se engañaban a sí mismos.

—Ven conmigo —le dijo con firmeza, sin pedir permiso.

La tomó suavemente del brazo y la guió fuera del gimnasio, hacia una esquina oscura donde las luces apenas llegaban. Los sonidos de la fiesta se desvanecieron, y el mundo se redujo a ese pequeño rincón, donde solo existían ellos dos.

—Damian, ¿qué estás haciendo? —preguntó Anya, aunque su corazón ya conocía la respuesta.

Damian no respondió de inmediato. En lugar de eso, la miró con una intensidad que la dejó sin aliento. Su mirada no era solo de deseo, sino de algo más profundo, algo que había estado guardando todo este tiempo. Finalmente, rompió el silencio.

—No puedo seguir fingiendo que no te necesito —susurró él, su voz cargada de emoción contenida.

Antes de que Anya pudiera responder, Damian la acercó a él, sus labios rozando los suyos, como si temiera que el contacto los rompiera. El primer beso fue suave, casi tímido, pero en cuestión de segundos se convirtió en algo más. Un fuego ardiente, una pasión reprimida que ninguno de los dos pudo contener. Era como si el resto del mundo hubiera desaparecido, como si solo importaran ellos y ese momento.

Ese beso fue el inicio de todo. Un secreto que guardaron celosamente, que compartían en miradas furtivas, en encuentros a escondidas. Nadie más lo supo, y así lo mantuvieron durante el resto del año. Lo que había comenzado como una chispa, había crecido hasta consumirlos completamente.

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Presente

Damian caminaba con pasos medidos por la tienda de disfraces, observando los trajes con una mezcla de fastidio y resignación. No quería asistir a la fiesta en la mansión de los Blackbell, pero su madre había insistido. El evento era una oportunidad para mantener su imagen y fortalecer los lazos sociales, especialmente con Isabelle, quien también asistiría. Damian suspiró con frustración.

—Debo encontrar el traje perfecto, con detalles dorados, como me lo pidió Becky —murmuró Ewen mientras revisaba cada traje con esmero, demasiado entusiasmado por la ocasión.

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⏰ Última actualización: Sep 16 ⏰

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