—Ella es la maestra de química, se llama Isabelle —dijo Becky mientras se sentaba junto a Anya, quien había estado observando a Damian conversar con una mujer de largo cabello rojizo, ambos inmersos en una charla animada.
—¿Es una buena chica? —preguntó Anya, mientras tomaba su jugo con calma, sus ojos aún fijos en la escena.
—Pues sí —respondió Becky, con un tono que intentaba sonar neutral, pero que no ocultaba del todo su desagrado. —Viene de una buena familia y fue segundo lugar académico durante la universidad, siempre detrás de Damian. Aunque, bueno... se nota que siempre le ha gustado.
Anya asintió ligeramente, como si la información no tuviera un gran impacto en ella. Luego, con un suspiro, se dejó caer sobre el césped, mirando las nubes que se desplazaban lentamente en el cielo.
—Me alegro —dijo en voz baja, como si intentara convencerse a sí misma de que realmente lo sentía.
Becky la observó con preocupación, sabiendo que Anya intentaba ocultar lo que realmente sentía. Se sentó más cerca de ella, mientras Anya seguía mirando el cielo, con una expresión ausente.
—Si le hubieras explicado por qué te fuiste... —Becky dejó que la frase quedara en el aire, sin completarla.
—No hay excusa para eso —replicó Anya, con un tono que indicaba que no quería ahondar más en el tema.
—Tampoco me has contado qué pasó esa noche —insistió Becky suavemente, como si esperara que esta vez Anya se abriera más con ella.
Anya cerró los ojos, sintiendo cómo el aire frío le llenaba los pulmones. Después de unos segundos, exhaló lentamente, como si con ese suspiro quisiera liberar algo de la carga que llevaba encima.
—Le pregunté si me había olvidado —comenzó, con la voz tan suave que Becky tuvo que inclinarse ligeramente para escucharla. —Y él... él me dijo que sí.
Becky sintió un nudo en la garganta al escuchar las palabras de su amiga. Aunque no había estado presente en esa conversación, podía imaginarse el dolor que eso le había causado a Anya.
—Anya... —intentó decir Becky, pero su voz se quebró un poco.
—No, no... está bien —Anya se levantó de golpe, tomando las manos de Becky con fuerza, como si necesitara anclar sus emociones a algo tangible. —Es lo que quería. Quería que él lo superara, que fuera feliz. Damian merece ser feliz... más de lo que yo merezco estar en su vida.
Los ojos de Anya se llenaron de lágrimas, pero rápidamente parpadeó para alejarlas. No podía permitirse llorar por algo que ella misma había causado, o al menos eso se repetía una y otra vez. Becky, por su parte, apretó la mano de su amiga, intentando transmitirle su apoyo.
—Sabes que cuentas conmigo, ¿verdad? —le dijo Becky, con una mezcla de ternura y preocupación en su voz.
Anya sonrió débilmente, intentando aligerar el ambiente. —Bueno, "contar, contar"... no sé. Desde que tienes novio, me has dejado un poco de lado —bromeó, soltando una pequeña risa mientras se levantaba rápidamente. Becky, sin perder el tiempo, le lanzó una manzana que Anya atrapó en el aire con facilidad.
—Voy a clase, te veo al rato —dijo Anya, antes de alejarse hacia su próxima actividad.
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Becky la siguió con la mirada por un momento antes de girarse hacia donde estaban sentados Damian, Ewen y Emile. Ambos chicos acababan de llegar y habían extendido sus mochilas en el césped para acomodarse. Damian, por su parte, estaba absorto en su teléfono, aparentemente ajeno a lo que sucedía a su alrededor.
Becky lo observó por unos instantes, una idea formándose en su cabeza, y luego caminó hacia el pequeño grupo.
—¡Ewen! —llamó Becky, con su característica energía.
—¡Becky! Siéntate, por favor —dijo Ewen con entusiasmo, haciéndole un gesto para que se uniera a ellos.
Damian y Emile se hicieron a un lado para darle espacio, pero Becky se quedó de pie.
—No puedo quedarme mucho, solo quería saber si podrías darme el número de Luke —dijo, con una sonrisa traviesa.
—¿El número de Luke? —preguntó Ewen, levantando una ceja en confusión.
—Sí, quiero presentárselo a Anya —dijo Becky, observando de reojo la reacción de Damian.
Damian no dijo nada, pero sus manos se tensaron ligeramente alrededor de su teléfono. Mantuvo los ojos en la pantalla, intentando no reaccionar.
—Oh, claro —respondió Ewen, ajeno a la tensión. —Te lo paso por mensaje, dame un segundo.
—¡Gracias, Ewen! —respondió Becky, lanzando un beso al aire antes de marcharse, satisfecha con la información que había obtenido.
Mientras Becky se alejaba, Emile se inclinó hacia Ewen, recordando algo.
—Oye, ahora que lo pienso... Luke nos mencionó en la preparatoria que le gustaba esa chica, Anya, ¿no? —dijo Emile en un susurro, como si no quisiera que Damian lo escuchara.
Ewen asintió, pero no apartó la vista de Damian, quien seguía mirando su teléfono en un silencio incómodo. Aunque Damian no lo había dicho abiertamente, ambos sabían que había algo que no estaba bien. Y aunque él intentaba disimularlo, sus amigos podían ver las grietas en la fachada que había construido.
Damian no levantó la vista ni participó en la conversación. El nombre de Luke resonaba en su mente, junto con la imagen de Anya. Sentía una creciente incomodidad en su interior, pero no estaba listo para admitir que aún le importaba, ni siquiera a sí mismo.
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Sombras del corazón
RomanceTras varios años de separación, Damian y Anya se reencuentran inesperadamente en un contexto donde los recuerdos, el dolor y las emociones no resueltas del pasado comienzan a salir a la superficie. Ambos guardan secretos que amenazan con destruir cu...