2

61 6 0
                                    

Wanda se levantó del lugar donde estaba con las niñas cuando el teléfono se me resbaló de las manos y cayó en el piso de madera. Mis palmas demasiado sudorosas para sostenerlo y mi corazón muy acelerando como para pensar en atraparlo.

— Nati, ¿estás bien? —Niego—. ¿Qué pasa? Mis ojos aún muy abiertos por la revelación de quien llamaba. Sin pensarlo, tomo el teléfono de la mano de Wanda y lo pongo en mi oreja.

— ...gues ahí? —Alcancé el final de la pregunta.

— Sí, sí, sigo aquí. Realmente no sé qué decir ahora mismo. —Tartamudeo, haciéndole señas a Wanda con las manos para que se lleve a las niñas de la sala. La escucho decirles que terminen de pintar en su cuarto, cosa que no tienen permitido, y que Natalie gentilmente le recordó.

— Yo tampoco, si te soy honesto. —Ríe. Una pausa llena el aire, una sonrisa formándose en mi rostro. Wanda vuelve a la sala, guiándome hacia el sofá.

— ¿Cómo conseguiste este número? —Pregunto.

— Oh, Dios, ¿no querías que te llamara? Lo siento mucho, yo pensé...

— No, no, Steve. —Los ojos de Wanda se abren ampliamente al reconocer el nombre—. He estado tratando de encontrarte por meses. Es solo que no esperaba recibir una llamada tuya, por eso estoy en shock. —Le expliqué.

— Perdón por shockearte, entonces... y hacer que tiraras el teléfono. Espero que tu piso no se haya dañado.

— ¿Mi piso? ¿No querrás decir mi teléfono?

— No, los pisos son más difíciles de reemplazar. — Wow. —Me río—. Supongo que tienes razón. Esto es algo irreal para mí. No puedo creer que esté hablando contigo.

— ¿No puedes creerlo? —Pregunta, incrédula—. Yo no puedo creer que alguien quisiera mi donación, mucho menos encontrarme.

— Tienes una hija hermosa. —Escupo. Oh joder, ¿por qué dije eso? Ni siquiera sé si llamó porque está interesado como yo, o para pedirme que parara de buscarlo. ¿Por qué asumí que...

— Me alegra escuchar eso. —Interrumpe mis pensamientos. Su voz llena de tristeza, como si estuviera llorando—. Estoy muy feliz de escuchar eso. —Definitivamente está llorando. Lágrimas llenan mis ojos y antes de que me de cuenta, ambos estamos llorando en el teléfono. No estamos diciendo nada, solo llenando el silencio con sonidos nasales y respiraciones profundas. Wanda me ofrece un pañuelo y me pide que ponga la llamada en alta voz, pero me niego.

— Y ella es tan inteligente, graciosa. Es malditamente descarada, algo que debería agradecerte a ti. —Ambos convertimos el llanto en pequeñas risas—. Ella ha estado preguntando por ti.

— ¿Por eso has estado buscándome? —Asiento, sin pensar que el no puede ver mi respuesta, hasta que Wanda me hace hablar. Me aclaro la garganta.

— Sí. Es decir, yo siempre tuve curiosidad, pero ella está muy desesperada por conocerte y eso me dio el empujón para empezar el proceso. Espero que eso no haya sido un problema, odiaría ser una molestia y...

— No, no, está bien. Honestamente, cuando doné, me hice amigo de una de las enfermeras que trabajan ahí. —Lo dejo explicar—. Como sea, ella me contactó anoche, explicando que una amiga suya estaba preguntando por mí. Me explicó la situación, tu situación. Siento haber sido difícil de encontrar. Permití que dejaran mi número de teléfono en caso de que esto pasara, pero no pensé que aún con eso, sería tan difícil encontrar mi información.

— No te preocupes, o sea, hemos tratado de todo y nada resultaba, pero por el bien de Natalie, no iba a detenerme.

— ¿Su nombre es Natalie? —Pregunta, con curiosidad e incredulidad en su tono otra vez

El donador-RomanogersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora