13

27 2 0
                                    

— Mamá.

...

— Mamá.

...

— Mamá, despierta.

Despierto cuando el susurro es dirigido justo a mi oído, abro los ojos y veo a mi hija parada junto a la cama.

— Hola, bebé. ¿Qué haces despierta? —Consigo decir en medio bostezo mientras mi hija espera pacientemente a que me despierte por completo.

— Mamá, ¿por qué papi está en la cama contigo? —Susurra Natalie otra vez.

Miro hacia abajo y veo el brazo de Steve rodeándome y siento lo apretado que está su cuerpo contra el mío. Joder.

— El se quedó a dormir, ¿recuerdas?

— Pero tú dices que el duerme en el sofá. ¿Papi tuvo un sueño feo? —Pregunta con empatía.

— ¡Sí! —Concuerdo rápidamente, usando su sugerencia como una excusa razonable del por qué Steve está en la cama conmigo. Natalie aún no sabe de lo cercanos que nos hemos hecho—. Digo, sí, eso fue. —Trato de quitarme el brazo de Steve de encima y sentarme para sacar a Natalie de la habitación, pero el aprieta su agarre y me atrae más contra el—. ¿Quieres subir a la cama con nosotros?

Natalie asiente y salta a la cama, su rodilla me golpea en el estómago y gruño de dolor.

— Perdón, mamá.

Me las arreglo para acostarme boca arriba y aunque continúo en brazos de Steve, el reconoce movimiento y trata de pegarme más a su cuerpo. Natalie se sienta en mi estómago, afortunadamente sobre la cobija porque aún estoy solo en ropa interior y la erección de su padre sería difícil de explicar.

— ¿Cómo dormiste, bebé? —Le pregunto a mi hija que parece estar completamente despierta y luciendo una de las sonrisas más dulces que le he visto.

— Muy bien.

— ¿Por qué estás sonriendo tanto? —Le pregunto de manera juguetona, picando su estómago para hacerle cosquillas. Natalie niega que lo esté haciendo y esconde su cara en mi cuello para que no vea su sonrisa que pronto se convierte en una fuerte y adorable risa al sentir mis cosquillas. Mi hija se remueve encima de mí, tratando de pelear contra mis manos. Sus piernitas patalean y consigue despertar a Steve.

— Buenos días. —Saluda su voz ronca, sus ojos se abren lentamente, revelando el par iguales a los de Natalie—. Y buenos días para ti, princesa. —Estira un brazo y le acaricia la mejilla, haciéndola sonreír todavía más.

— Mamá dijo que tuviste un sueño feo —las cejas de Steve se fruncen con confusión y me mira interrogante—, y por eso estás en la cama con ella—. Sus ojos se abren cómicamente al darse cuenta de que nuestra hija nos atrapó juntos en la cama—. ¿Ya estás bien?

— Muy bien, gracias.

Steve abraza a nuestra hija por la cintura y la acerca a el, acostándola en el nuevo espacio creado entre el y yo. Nos acostamos de lado para poder darle la cara a la pequeña que continúa sonriendo.

— ¿Vas a decirme qué te tiene tan risueña esta mañana? —Insisto. Se sonroja y vuelve a esconderse.

— Porque papá está aquí con nosotras y me gusta tenerlos a los dos conmigo. —Responde al fin.

— A mí también me gusta que tu papá esté con nosotras. —Le susurro y ella vuelve a reír.

El tierno momento entre las dos es interrumpido por un celular sonando. El mío esta vez.

El donador-RomanogersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora