Juanjo fue quien despertó primero al día siguiente, sin ser demasiado consciente de lo que le propuso al chico que dormía a su lado la noche anterior.
Una sonrisa ilusionada nació de su boca cuando recordó la reacción emocionada del chico...
"Ay dios, claro que si! Pero es en serio? Seguro?" habló demasiado rápido sin poder creérselo.
Sin ninguna duda, Martin, había cambiado todo... desde lo más simple y pequeño, hasta lo más complejo y más profundo de si. Había conseguido lo que nadie había ni siquiera intentado jamás... Rompió todas las barreras y las capas que durante tanto tiempo le habían frenado; haciéndole más feliz que nunca, más feliz que nadie.
Una lágrima resbaló por su mejilla cuando fue consciente de todo aquello, de lo rápido y fácil que le había resultado acostumbrarse a él; de la manera tan bonita y recíproca en la que lo había comenzado a querer... Por mucho que se intentara auto convencer al principio, en los primeros encontronazos con el, de que no merecía aquello o de que iba a terminar yéndose al igual que todo el mundo; Martin, le había brindado tanta confianza y seguridad, que a esas alturas poco le importaba si al final no salía bien.
Quería estar con él, fuera como fuera; intentarlo. Intentarlo de verdad. Le quería. Y sentía que el otro también le quería a él.
Así que cuando Martin comenzó a moverse despacio, acurrucándose más contra el, comenzó a recorrer la espalda de este con sus yemas; sin dejarse ni un solo rincón por acariciar... comenzando a repartir besos por toda su cara, despacio, con cuidado.
—Hola, guapo —susurró Martin, haciendo que la zona más sensible del cuello del maño se estremeciera, en cuanto el aliento del vasco chocó contra ella.
—Hola —susurró de la misma forma Juanjo, regalándole una sonrisa tímida en cuanto sus ojos cruzaron —Has dormido bien?
—Contigo siempre duermo bien.
—Roncas —sonrió Juanjo, tratando de picarle.
—Mentiroso, el que roncas eres tú. Como un orangután.
—Bueno... no podía ser todo perfecto.
—Incluso la manera en la que roncas me sigue pareciendo perfecta, idiota.
—Eso es muy raro —sonrió Juanjo al escuchar aquello.
—Lo se. No me ha pasado nunca. Nunca he sentido esto, jamás.
Juanjo se mordió el labio, tratando de canalizar todo lo que estaba sintiendo... Se contuvo para no comérselo a besos, por no ponerse a gritar en aquel instante.
—Yo tampoco he sentido esto nunca, ni siquiera algo similar... y me da miedo, pero luego pienso en cómo me has salvado y en que no me siento en ningún lugar tan seguro como me siento contigo... y entonces me entran ganas de...
—De que Juanji? —preguntó Martin, unos segundos después de que Juanjo se cortara a sí mismo... como si no quisiera dejarse llevar por completo.
—Nada, da igual, no quiero sonar tan pasteloso —rio el maño, dejando un beso en el matojo de pelos revueltos de Martin, saliendo de la cama para darse una ducha.
—Luego me dices que era, y todas esas cosas bonitas que me estabas diciendo —continuó hablando el vasco justo antes de que Juanjo entrara al baño.
Lo que de momento no sabrá Martin, es que Juanjo ansiaba decirle en aquel momento que quería intentarlo en serio con el... poco a poco, pero intentarlo. Porque nunca antes había querido así, ni se había sentido tan querido por nadie... mucho menos tan cuidado. Moría de ganas por seguir a su lado en Madrid, así, tal cual estaban, seguir hablando de cualquier gilipollez que se les ocurriera; quería hacer planes simples con el, como ir al cine o a cualquier museo. Quería dormir con el... y también ser lo primero que admiraran sus ojos al despertar.
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la apuesta
FanfictionNinguno de sus amigos lo sabía, pero Martin, llevaba años fijándose en aquel chico... Juanjo Bona. Un día, con su grupo, hicieron una apuesta; Martin debía de conseguir enamorar al chico que más raro les parecía... Martin, aprovechó aquello para ace...