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Un año después...
Londres, Inglaterra.

Parker.

—¿La Bratva?—le pregunto a Christopher cuando se sienta frente a mi en la mesa de la sala de reuniones.

Él asiente, sin siquiera voltear a mirar las fotos que nos muestra la enorme pantalla frente a nosotros de nuestra chica. La chica que escapó de la Bratva.

»¿Qué edad tiene?—le pregunto.

—Veinte—contesta—. Fue secuestrada y prostituida, luego vendida a la Bratva para uno de sus tantos burdeles, pero la chica tiene un padre militar. Trabaja para la FEMF en Brasil, así que fue entrenada de joven y usó sus conocimientos para matar a su captor y escapar.

—¿Dónde la encontraron?—pregunta Simón al otro lado de la mesa sentado junto a Franco.

—En Panamá. Fue secuestrada en Colombia y llevada a Panamá para la evaluación de la mercancía. —Christopher ni siquiera mira el informe, y me pregunto porqué—. Corrió veinticinco kilómetros hasta la central de la FEMF, donde casi le disparan porque la vieron como una amenaza.

—¿A una niña?—Lewis frunce el ceño y Christopher asiente, mirando a Patrick brevemente antes de que un video comience a reproducirse en el monitor.

Son las cámaras de seguridad de las afueras de la central de Panamá, se ve claramente como la niña de las imágenes anteriores está... horrible.

Tiene sangre en su camiseta y manos, su cabello se ve como si se lo hubiera cortado a toda prisa, disparejo y por los hombros, sus pies parecen sangrar y su piel tiene mugre por todos lados.

—¡Por favor!—su súplica desesperada me cala en los huesos—. ¡No soy una amenaza, fui secuestrada por la Bratva!

—Señorita, por favor dé un paso atrás—le exige el soldado, y quiero darle un puñetazo por no tener una mínima de delicadeza—. Muéstreme las manos.

—Malditos novatos—se queja Brenda, al ver como derriban a la niña al piso porque, en su desespero, no obedece.

Ella grita y se retuerce, gritando su nombre, Stephany Vieira. Los soldados la ignoran, intentando esposarla, pero ella claramente está traumatizada; grita desgarradoramente, lucha contra ellos sin esperanza alguna.

Entonces comienza a convulsionar.

Mierda.

Los soldados se gritan entre si sin saber que hacer. Es entonces cuando uno, que parece tener un 0,1% más de inteligencia que el resto, toma la radio y le dice a su superior que van a llevarla dentro y se preparen en caso de amenaza. Como si la pobre niña no estuviera convulsionado y soltando espuma por la boca. «Joder, imbéciles»

Entonces la pantalla se apaga y todos miramos a Gauna, que carraspeó anteriormente para llamar nuestra atención.

—La niña está bien, pero su familia demandó a la central de Brasil. —Respira profundo—. Su hermana mayor es abogada, una jodida leona, y los hizo ganar la demanda por cuarenta millones de dólares. Además, la niña fue internada en una clínica, así que... está relativamente bien, camino a mejorarse. O eso esperamos.

»Pero el punto es que su hermana habló personalmente con Alex Morgan, de alguna jodida forma. —Frunce el ceño—. Este es un caso de la interpol, pero como la niña asegura que se trataba de la Bratva, lo tomaremos.

—Ninguno de nosotros tiene idea sobre la Bratva o como se manejan—nos recuerda James—. La trata de blancas no es específicamente nuestro campo. ¿Quieren que los desmantelemos?

—No. Iliana Vieira quiere la cabeza de Ilenko Romanov en bandeja de plata—contesta Gauna—. El ministro ha tomado la situación como personal, así que trabajaremos en ella al mismo tiempo que en la de Mascherano por la relación que hay entre ambas organizaciones que pertenecen a la pirámide.

—Volvemos al mismo punto—hablo—. Ninguno de nosotros sabe sobre la mafia rusa. Podemos investigarlo, pero nos tomará demasiado tiempo. Y supongo que el ministro lo quiere para mañana.

No es de extrañar. Cada vez que alguien importante se ve relacionado mínimamente en alguna misión, los superiores nos exigen cerrarla lo más rápido y lo más limpiamente posible.

—Tenemos a alguien para ello. —Gauna se frota el rostro, un gesto de nerviosismo que nos tiene mirándonos entre nosotros.

A excepción de tres. Christopher, Simón y Patrick.

»Ella se retiró hace un año, pero el secuestro de esta niña la trajo de vuelta. —Se levanta de su lugar y nos mira a todos—. Para nadie es un secreto que por encima de la división élite solo están los DMEF.

División Militar Especial de la FEMF. O, como a ellos les gusta llamarse: La Muerte. «Imbéciles arrogantes»

Solo un pequeño grupo de diez soldados entran a DMEF cada año. Soldados que son solicitados, no se aplica para pertenecer a la División que se encarga de ámbitos específicos de nuestro mundo. Están compuestos por los mejores soldados de inteligencia e informática y, por supuesto, todos ellos asesinos a sangre fría.

Nosotros, como militares, nos terminamos acostumbrando a la idea de que lo hacemos por el bien de la gente. Pero ellos son personas que matan sin remordimiento desde el primer día, demostrando lo mal de la cabeza que pueden estar algunos de ellos.

»Ella se encarga de la parte de inteligencia en la DEMF y se especializa en el tráfico de personas, así que vamos a apoyarnos en ella para esta misión. —Gauna se encamina a la puerta y todos lo seguimos con la mirada, curiosos sobre la presencia de dicha persona.

Abre la puerta para alguien a quien cubre con su cuerpo, pero supongo que lo saluda antes de que se aparte.

Y... maldita sea.

—Buenas tardes. —Ella se adentra a la sala y de inmediato todos, a excepción de los capitanes, se levantan para hacer el debido saludo.

Ni siquiera estoy seguro de que la mujer a la que estoy viendo sea real. Es el la mujer más hermosa que he visto en mi vida. La única mujer cuya belleza irreal cautiva y se graba en tu cabeza para siempre.

Ojos grises, como un par de rayos en medio de la tormenta, cabello negro azabache largo recogido en una cola de caballo que deja por fuera el flequillo que mantiene aún más el enfoque en sus ojos.

Ni siquiera el uniforme puede ocultar ese cuerpo esbelto de reloj de arena que ya he visto en el pasado y sé que es perfecto.

Los rasgos delicados como los de una muñeca, completamente armoniosos con esos labios rosados, las mejillas sonrojadas y las largas pestañas que enmarcan sus ojos... no necesito que vuelva a tener el cabello rojo para reconocerla.

Ravenna.

La misma mujer que durante un año no he podido sacarme de la cabeza, cuyos ojos veo cada vez que cierro los ojos y cuyos gemidos escucho en mis fantasías.

Está aquí, hoy, y no entiendo cómo es posible que luzca mucho más hermosa que la última vez que la vi.

—Ya deben conocer su nombre, muchos de ustedes la han visto como civil. —Gauna le ofrece su asiento y ella le da una sonrisa educada antes de sentarse—. Les presento a la Capitana Ravenna Morgan.

¿Morgan?

Pieces of Me [Dominick Parker]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora