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Ravenna Morgan.

—Gracias, general. —Asiento en dirección a Gauna, recorriendo la enorme mesa con los ojos para ver uno a uno los rostros de la famosa élite Londinense.

Algunos, a quienes no avisé de mi llegada, se ven genuina y profundamente sorprendidos, mirándome como si fuera un fantasma.

No es que los culpe. La gran mayoría no me ha visto desde que tenía quince años y me mudé a Rusia con Regina, desapareciéndome por completo del mapa hasta hoy.

Pero son los tres que conocen mi historia quienes parecen nerviosos a pesar de intentar mantener las máscaras de seriedad. Simón, Patrick y mi hermano me miran como si esperaran que estar sentada aquí de nuevo después de tantos años estuviera a punto de generarme un ataque de pánico.

»Les mentiría si dijera que estoy aquí por amor a esta rama judicial—hablo, rompiendo el tenso silencio que se formó con mi entrada—. Mi retiro sigue en pie, voy a tomar esta misión porque lo que le hicieron a Stephany es asqueroso y porque ya es hora de que se acabe con el tráfico de personas. Sobretodo el más grande de todos que es dirigido por la Bratva.

Para nadie que verdaderamente me conozca es un secreto la razón por la cual hice de la trata de blancas mi especialidad. Y, siendo la mejor en lo que hago, por supuesto que iba a estar aquí.

Incluso si no me gusta estarlo.

»Tenemos ocho meses para cerrar la misión, y no pretendo que esos meses pasen sin tener la cabeza de Ilenko Romanov—advierto—. Se acabó el descanso y jugar al gato y el ratón. ¿Me hago entender?

Yo no me ando con rodeos. Voy directo a la yugular y eso es algo que me caracteriza; si bien he pasado toda mi vida infiltrándome, no me extiendo más de lo debido y lo hago todo de la manera más directa y rápida posible dentro de lo seguro.

—Si, capitana. —La respuesta de los soldados es clara y la de los capitanes es un asentimiento.

—Perfecto. —Respiro profundo—. Dicho esto, quiero toda la información que hayan reunido sobre la Bratva; descartaremos posible información falsa o manipulada y mañana les traeré un plan base para la misión.

Todos asienten.

—Los capitanes se quedan; el resto puede retirarse—autoriza Gauna y de inmediato todos se levantan de sus sillas, no sin lanzarme miradas confundidas y sorprendidas mientras se encaminan a la salida.

—Ravenna. —Bratt se levanta para saludarme y yo me tenso, levantándome de mi asiento lo suficientemente rápido para evitar el abrazo y simplemente extenderle mi mano.

Él parpadea.

—Lewis. —Estrecho su mano cuando la desliza en la mía y pronto es apartado por Patrick, que me toma por los hombros con una enorme sonrisa en el rostro.

—Simón no te hizo justicia cuando dijo que te veías hermosa. Hola, Vee. —Me abraza y yo respiro profundo, sonriendo cuando me aprieta contra su pecho—. Te extrañamos.

De los pocos abrazos que verdaderamente disfruto. De los únicos que para mi se sienten genuinos, y por eso permito que me apriete con fuerza contra él, dándome la calidez que distingue a Patrick en mi vida.

—Lo sé. —Palmeo su pecho para alejarlo y darle un corto abrazo a Simón—. Que gusto volver a verte.

Ni siquiera durante la misión en Grecia lo vi. Él solo se aseguraba de que todo fuera según lo planee, y nunca pude agradecerle por su buen trabajo. «Tengo que hacerlo»

—El gusto es mío, Ravenna. Me alegra verte bien. —Besa mi mejilla antes de apartarse.

Estrecho la mano del capitán Thompson, pero es el siguiente hombre, al que vi una vez entré, quien me hace respirar profundo.

Pieces of Me [Dominick Parker]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora