El arte de la conquista | Cherik

Un encuentro peculiar

La semana pasada me equivoqué al momento de programar el capítulo :c les pido una disculpa.

¡Ojalá disfruten el capítulo de hoy 

▬ ᴇʟ ᴀʀᴛᴇ ᴅᴇ ʟᴀ ᴄᴏɴǫᴜɪsᴛᴀ ▬

—¿Dónde estoy?

Erik nunca antes se había sentido tan desorientado como en ese momento. Su cabeza dolía, su cuerpo se sentía tan pesado que era incapaz de moverse fluidamente, incluso la garganta le dolía, era como si hubiera pasado varios días sin hablar.

Haciendo un esfuerzo que iba más allá de sus capacidades actuales, Erik alzó el rostro, dejando que sus ojos estudiaran a la rubia mujer que tenía delante. Alta, medianamente delgada, rasgos afilados y un porte que solo un guerrero de élite podría ser capaz de lucir. En cierta manera, se parecía un poco a su hermana, solo que la princesa era bastante más delicada y agradable a la vista que la mujer con la mandíbula apretada que tenía enfrente, observándolo como si quisiera asesinarlo.

—Axtle Raven, xinechkauili ma nijmokuitlaui.

El príncipe podría haber echo una expresión de fastidio ante la oración que claramente no entendió, pero la figura que se interpuso entre él y la mujer, le dejó mudo.

—Mi nombre es Charles Xavier, y sirvo a nuestro señor Yaotl, dueño de toda la verdad material— una reverencia seguida de la oración le permitió a Erik seguir admirando al hombre que tenía delante.

A simple vista, y una de las primeras cosas que solía admirar el príncipe en otra persona, era el rostro, uno que en esos instantes dejaba notar una piel tan clara como la nieve, además de unos labios rojos tan tentadores como las cerezas, pero los ojos, esos si eran una maravilla que Erik jamás había podido apreciar antes, pues se trataba de una mezcla del color del mar nocturno con pinceladas del cielo mismo en sus pupilas.

Pasando saliva, el extraño se permitió admirar el cuerpo. Manos delgadas y bastante tersas a la vista. Contextura delgada, pero sin llegar a perder los músculos propios del ejercicio.

Incluso su voz era suave, no tanto para perder la firmeza y autoridad, pero si lo suficiente como para hacerte sentir en calma, con la suficiente confianza para enredarte en sus palabras y decirle todo lo que quería escuchar.

—Tú, tu eres...— Erik no creía correcto decir el hombre de sus sueños, pues no sabía cómo esa gente podría llegar a interpretar semejante declaración, así que optó por morderse el interior de su boca para formular de nuevo su oración — Creo que te conozco.

Charles le miró de arriba a abajo, la curiosidad irradiaba por sus ojos.

—¿Podrías ser más claro con eso? Su manera de hablar aún nos resulta extraña. Aprendemos rápido, pero la falta de práctica podría ser un problema.

Erik se permitiría pensar en lo particular del asunto cuando la cabeza le doliera menos.

—Te he visto en mis sueños.

La palabra pareció ensombrecer ligeramente las bellas facciones del hombre.

—¿Puedo saber que clase de sueños eran?

—No lo sabría decir con certeza, pero eras tú, bailabas frente a algo con un espejo en el centro.

El sitio se quedó en completo silencio, lo que llamó la atención del príncipe, pues apenas había notado que más personas estaban alrededor. Erik desvió la mirada, observando con curiosidad y cautela a los hombres y mujeres que dejaron de atender a los heridos para prestarles atención.