Decisiones que cambian destinos

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▬ ᴇʟ ᴀʀᴛᴇ ᴅᴇ ʟᴀ ᴄᴏɴǫᴜɪsᴛᴀ ▬

—Erik, ¿Estás bien? Desde que salimos de Aztlán te comportas... extraño. Bueno, no es que hables mucho, pero ahora es peor— Alex Summers arrugó la nariz, buscando descansar un poco entre toda la vegetación. No entendía como el príncipe había llegado tan rápido y sin quejarse como ellos— Querías quedarte con Charles.

El príncipe apretó los labios, mirando las estrellas. Ir con esos tres marineros si que lo estaba retrasando.

—Soy el príncipe, mi corazón no me pertenece, es del pueblo y hacer esto sin autorización de mi familia, sería un error.

Logan bufó— Podemos usar el águila mensajera, ella viene cuando tu se lo pides. Es como si tuviera un tipo de conexión contigo.

—¿Y si me dicen que no?

—Eres un adulto, puedes tomar tus propias decisiones. Además, todo está en como se dicen las cosas— Scott soltó un bostezo, buscando el calor de la fogata— Pero si vas a hacer algo, dilo ya, no tenemos mucho tiempo. Nos quedan dos días.

Erik enojado se movió de lugar, quiso desquitar su ira con algún tronco, pero al pensar en lo idiota que se vería, gritó, gritó con todas sus fuerzas antes de regresar por un papel, tinta y pluma que Alex siempre cargaba. Evitando las miradas de ellos tres, volvió a caminar lejos. Si no podía contraer matrimonio con Charles, al menos iba a ayudarle.

Cada vez más convencido de su idea, comenzó a mover sus manos erráticamente sobre el papel. Tratando de no dañar nada, pues la superficie dónde se estaba recargando era bastante irregular.

Primero, como siempre, escribió a su padre. Expuso la situación, la ayuda que brindaron para finalmente pedir ayuda. Sabía que no iban a llegar a tiempo, pero al menos valía la pena hacer el intento.

Después, se dirigió a su madre, usando la parte sentimental y de protección para que ella pudiera interceder por él frente a su padre. Edie, la reina siempre cuidaría y ayudaría a todo aquel que hubiera protegido a sus hijos.

Finalmente, escribió a su hermana. Con Emma siempre podría ser más honesto, por ello no se guardó nada, le narró desde que Charles le ayudó en el barco hasta momentos antes, dónde el ojiazul rogó por su ayuda.

Cuando estuvo seguro que no se le escapaba nada, pensó en su águila, en aquella compañera fiel que su madre le regaló cuando era un niño. No tuvo que pasar mucho tiempo para verla surcar el cielo hasta llegar a su lado. Erik la acarició, antes de atarle las tres cartas y dejarla ir. Prefería ocupar su cerebro en ello y no en dormir, pues sabía que sus pensamientos solo le producirían pesadillas.

—¡Príncipe! ¡Príncipe! ¡Tiene que venir a ver esto!

Erik corrió hasta el lugar dónde Scott gritaba. Observando hasta cierto punto asustado, el príncipe contempló como a la lejanía, humo y fuego se acercaba a ellos.

—Azazel. Tenemos que movernos, ir por ellos, retrasarlos de la manera en que podamos.

Logan apagó su propio fuego, recogiendo las cosas lo más rápido que pudo.

—La única manera de detenerlos es decirles que aceptas liderar este ataque y pedirles que hagan una ceremonia de aliados. Raven y Cassandra nos dijeron que eso es importante para los pueblos. Tendremos al menos tres días extras.

—¿Tres días?

Aquel pequeño grupo empezó a caminar en la oscuridad, pues la luna se mantenía oculta, como si incluso ella tuviera miedo de lo que se acercaba.

—Si, durante esos días se hace un ritual y como muestra de gratitud por tu solidaridad con ellos, dan mujeres, oro y fiestas. Son un pueblo pequeño pero supongo que su alianza abarca más reinos.

—Pensamos que si tantos pueblos quieren derrocar a Charles y su familia, entonces debe de haber algo de razón detrás— Scott casi tropieza con una rama, pero el rápido movimiento de su hermano le impidió caerse.— Quizá si son tan malos como dicen.

—O quizá la envidia por la prosperidad que tienen es mucha — Erik negó— No podemos poner en duda la palabra de un pueblo que ya nos ha mostrado su bondad.

—Erik, Charles no solo es un sacerdote, es también un príncipe y sabes bien de lo que es capaz la corona por proteger no solo a su gente, sino a su familia.

—Eso no tiene nada que ver en este asunto.

—Solo decimos que debes de estar preparado para cualquier posibilidad. Incluso si eso significa que la bondad de Charles solo sea una mentira.

El príncipe siguió caminando en silencio hasta llegar a dónde Azazel venía con aquellos pueblos pisándole los talones. Erik no se esperaba que tantos estuvieran dispuestos a destruir a Charles, pero él no se iba a acobardar. Así que con la solemnidad que le caracterizaba a alguien de su estirpe, llamó la atención de aquellas personas, importándole poco las acusaciones de traición que le gritaron al saber de su huída.

Sus palabras, aquellas que siempre se la habían dado bien, pasaron como un borrón. Erik ni siquiera se dió cuenta cuando empezó y cuando terminó. En algún punto, solo se pudo ver aceptando liderar a aquellos pueblos antes de los representantes de los "pequeños reinos" empezaran a bailar y cantar. Pasaron bebidas y comida, además de mujeres y hombres que no dudaban en halagarlo.

Erik rechazó aquello último, se sentía enfermo de solo pensar en tocar a alguien que no fuera Charles.

—Príncipe, ha llegado la carta de respuesta de tu familia.

Al segundo día de las festividades, Erik se alejó de aquellos hombres y mujeres para leer lo que su padre, madre y hermana le habían respondido.

Francamente quedó sorprendido ante la respuesta de su madre y hermanas, quienes lejos de ver con horror la propuesta de Charles, aceptaron que si ese hombre era parte de su nueva vida, entonces la aceptaban. A diferencia de su padre, quién se negó de manera decidida a prestar ayuda, diciendo que ese no era su asunto y que lo quería inmediatamente de regreso en el reino.Aún aturdido por las bebidas, Erik regresó a dónde estaban todos reunidos, aclarándose la garganta para llamar la atención.

—Aceptar ser su guía en esta batalla, solo tiene una última condición— era una sorpresa que su voz se entendiera, pero había algo dentro de él que le impulsaba a no parar de hablar. Por un momento Erik pensó en Yaotl, pero tan rápido como apareció esa idea, se esfumó— Quiero tener un premio significativo de esa conquista.

—¡Tendrás oro!

—¡Tendrás esclavos!

Erik de inmediato negó.

—Quiero algo más importante.

El líder del pueblo del sol se puso enfrente de la multitud. Mirándole extrañado.

—¿Qué puede ser más importante que eso, forastero?

—Quiero a alguien que es invaluable, quiero al príncipe, al sacerdote principal de Yaotl. Quiero a Charles Xavier casado conmigo.

El arte de la conquista | CherikDonde viven las historias. Descúbrelo ahora