2- Riñas

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Percy

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Percy

Terminé de subir las miles de maletas de mi madre y subí al barco.

—Percy cielo ¿estás seguro de esto? —cuestionaron los ojos cariñosos de mi madre.
—Lo estoy —le aseguré y miré a Jason—. A Inframundo.

El barco dio comienzo a su travesía con el despertar del sol. Mi familia se adaptó al barco y mis amigos manejaban el barco, mientras yo miraba el mar. El lugar más íntimo no era mi camarote, era la cofa; la había construido a la perfección para que sea amplia y cómoda.  Era mi escape.

El pegaso avanzaba con elegancia y fuerza hasta mi destino. Un destino que esperaba no me aplastará.

Las horas pasaron y mi barco fue recibido en el muelle por soldados reales, vi cómo amarraban al pegaso y sentí la misma sensación de ser atado. Ignoré esto y me reuní con mi familia.

—Bienvenidos altezas —dijo el comandante y todos se arrodillaron.

Nos guiaron hasta un carruaje y mis nervios se intensificaron, esto era real, estaba pasando. Apreté mi anillo, había prometido ante mi pueblo hacer lo mejor por ellos. Esto era lo mejor.

—Percy mira, es hermoso —dijo Tyson emocionado, y era cierto, el castillo de los di Angelo era elegante, todo estaba perfectamente pulcro, sus jardines amplios llenos de rosas blancas.

El carruaje se detuvo y los soldados nos escoltaron hasta la sala principal donde nos esperaban.

—Espera cariño —detuvo mi madre y acomodó mi traje, luego mi cabello.
—Mamá vas a despeinarme.
—¿Más? —regañó y cedí ante ella.
—Tyson vamos —dijo mi padre y ellos entraron primero con mi madre.

Tomé valor y entré, escuché trompetas y como anunciaban mi nombre. Mi corazón se detuvo cuando los reyes me miraron,  sus miradas fuertes e invasivas. Respiré hondo haciendo una reverencia.

—Es un honor para mi familia y para mí estar aquí y haber recibido su oferta —dije intentando sonar firme. La mirada tan penetrante de los reyes me distrajo que habían más presentes.
—Relájate querido, te presentamos a nuestros herederos, Bianca —dijo la reina Persefone y una joven chica se levantó con un vestido verde haciendo una reverencia, la iguale y cuando nuestras miradas chocaron, me dio una risa amable.
—No mentía sobre su belleza, princesa —halage comiendo mis nervios.
—Opino lo mismo —dijo con respeto.
—Ustedes luego tendrán tiempo de charlar, te presento a Hazel y Nico mi único hijo varón —dijo el rey Hades.

Ambos jóvenes se levantaron para hacer una reverencia. La otra chica era rizada y más morena, sus ojos dorados te cautivaba, me daba una sonrisa amigable y sacudió su mano en saludo, imite su movimiento con una sonrisa. Luego miré al chico, tenía el mismo semblante frío y penetrante de sus padres, era recto y me miraban con atención,  hice una reverencia torpe tras la intimidación y regresé mi vista a la princesa que me interesaba.

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