La casa de Gema estaba a la vuelta de la esquina de su apartamento. Harry se dirigió a ver a su tía rezando para que Daysi estuviera todavía en casa de su amiga y preguntándose si un sexto sentido la había impulsado aquella mañana a ceder a los ruegos de su hija detener un poco más de libertad.
Gema estaba al teléfono cuando entró por la puerta de atrás.
—Pon el agua a calentar —le dijo haciendo un inciso en su conversación.
Harry se quitó la chaqueta del traje, se miró en el pequeño espejo de la pared de la cocina y se quedó horrorizado. Se frotó las mejillas, se mordió los labios para recuperar el color, pero sólo puedo ver su mirada de aflicción. Esperaba que Louis no la hubiese notado, pero luego se preguntó por qué debía importarle. Era de suponer que por orgullo.
—Estás callada. ¿Has tenido una mañana dura? —le preguntó Gema mientras sacaba un par de tazas de un armario.
—Me encontré con Louis...
Una taza cayó al suelo y se rompió en mil pedazos.
—A mí me afectó de la misma manera —confesó Harry con voz nerviosa.—Vamos al salón —le sugirió su tía—. Estaremos más cómodas allí. Harry no podía estarse quieto. Cruzó los brazos y paseó arriba y abajo de la pequeña estancia mientras resumía lo ocurrido.
—Y espera a oír esto... ¡Su horrible padre le dijo que yo acepté el dinero que me ofreció! La cara angulosa de su tía se puso extrañamente tensa.
—¿Mencionó Louis el dinero?
—No me creía cuando le dije que lo había rechazado.
—Porque yo lo acepté en tu nombre —comentó con turbados ojos azules. Susmejillas de color cetrino se ruborizaron. Harry se paró en seco.
— ¿Que hiciste qué?
Gema se acercó a su mesa de trabajo y extrajo una delgada carpeta de un cajón. Se la tendió a Harry.
—Intenta comprenderlo. No estabas pensando en el futuro. Estaba terriblemente preocupada por cómo ibas a poder salir adelante con un bebé si a mí me ocurría algo.
Harry contempló a su tía completamente aturdido.
—Está todo en la carpeta. Un consultor financiero me ayudó a organizarlo. Ni siquiera un penique de ese dinero ha entrado nunca en este país. Está en una cuenta corriente en Suiza — explicó Gema— Pero está allí para Daysi y para ti si alguna vez lo necesitáis.
—¿Louis decía la verdad? —balbuceó Harry. Su tía suspiró. —Su padre vino averme mientras estabas en el hospital. Prácticamente me suplicó que aceptara el dinero. Se sentía fatal por el giro que habían tomado las cosas... — ¡No lo creo! ¡Estaba deseando interferir en nuestra relación! —Me resultó muy difícil no decirle que todavía tenía otro nieto de camino —confesó Gema forzadamente—. Pero, al igual que él debía lealtad a su hijo, yo te la debía a ti. Respeté tus deseos.
—Pero aceptar el dinero... —dijo Harry, completamente destrozado por la revelación. —Creo que tomé la decisión más sensata. Eras muy joven y muchas cosas podían haberte ido mal. ¿Y qué me dices de Daysi? ¿No crees que tiene derecho a tener algo de la familia de su padre?
—¡Devolveré eldinero! —juró Harry, demasiado irritado para escuchar nada.—Espera a preguntarle a tu hija qué piensa de eso cuando tenga dieciocho años. Dudo mucho que Daysi piense lo mismo que tú. Después de todo, la sangre de los Tomlinson corre por sus venas...
—¿Crees que no losé? —preguntó Harry poniéndose a la defensiva—. Daysi sabe exactamente quién es...
—No, sabe quién quieres tú que sea. Tiene una curiosidad insaciable por su otro padre. Harry estaba recibiendo un ataque sorpresa de una mujer que respetaba y amaba, y le estaba resultando una experiencia muy perturbadora.

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El Engaño
RomanceHarry siempre recordaría su fugaz matrimonio con Louis Tomlinson siendo aún un adolescente. Louis se cansó de él pocos meses después de la boda, así que Harry lo abandonó para dar a luz a su hija en soledad. Louis volvió a irrumpir en su vida y Har...