Capitulo 5

1.4K 66 42
                                    

Decididamente se trataba del típico sermón egocéntrico de los Tomlinson. A Harry se le estaba helando la sangre. Daysi había decidido que no quería a Louis como un padre a tiempo parcial y era demasiado posesiva como para querer compartirlo con ninguna otra mujer o hombre aparte de  mi. 

¿Le habría dejado ver a Louis lo que quería de él? ¿Era por eso por lo que había dicho que debían volver a casarse? Si Louis era tan impresionable, su hija conseguiría de él lo que quisiera.

Daysi bajó de la cama y miró a Harry con picardía.

—Sé que te mueres por saber lo que dijo. Papá piensa que sigues estando increíble... y creo que le vendría muy bien tener una segunda oportunidad contigo..

—Eso no va a pasar, Daysi —dijo Harry con tanta suavidad y firmeza como pudo. —No veo por qué no —dijo su hija mirándolo con aprobación—. A muchos hombres les gustas, ¿por qué no ibas a gustarle a él?

Aquella conversación explosiva y reveladora persiguió a Harry hasta la mañana siguiente. No podía concentrarse en el trabajo y se sorprendió imaginando cómo habría sido su vida si no se hubiera divorciado de Louis. ¿Habría cambiado después de dar a luz a Daysi? ¿Lo habría vuelto a desear? Harry miró por la ventana esperando cínicamente ver vacas voladoras.

—Sabes, te noto algo distinto esta semana —comentó Barry observando cómo dibujaba triángulos en su cuaderno—. Estás mucho más accesible.

—Barry...

—Cena conmigo esta noche —lo urgió poniéndose ágilmente de cuclillas delante de su silla para poder mirarlo a los ojos—. No te pondré un dedo encima, te lo prometo.

—Déjalo, Barry —gimió Harry.

—Está bien, solía fanfarronear un poco cuando empecé a trabajar aquí, pero eso fue hace tres años —enfatizó Barry con una sonrisa de ganador al tiempo que estrechaba sus manos—. Ya he crecido. Ya no presumo de mis aventuras de una noche. Sé que no te impresiona lo rápidamente que conduzco el Porsche. Creo que incluso podría ser fiel por ti.

Harry lo escrutó y experimentó una débil punzada de remordimiento. En el fondo de su alma siempre había sabido por qué había detestado a Barry. En aspecto y descaro, le recordaba un poco a Louis de joven. Pobre Barry. La había estado cortejando durante tanto tiempo que su acoso ya era una broma corriente en la oficina.

—Siento... —empezó a decir.

—Harry...

Barry la soltó y se puso en pie de un brinco. Harry se habría desnucado de no ser porque Louis había girado su silla con tanta rapidez que había visto luces girando.

—El almuerzo —masculló Louis con clara agresividad.

—No tengo hambre —murmuró Harry por la comisura de sus labios mientras volvía a girar la silla hacia su mesa—. Lárgate...

— ¿Señor Tomlinson? —inquirió Barry aclarándose la garganta—. Hablamos por teléfono la semana pasada...

—Puede informar a su superior que la señorita Style no volverá a trabajar aquí — interpuso Louis, suave como la seda—. Estará demasiado ocupado ardiendo en las llamas del fuego eterno como mi esposo.

—Su... ¿su esposo? —tartamudeó Barry con incredulidad. Louis lo ignoró y asió el pequeño maletin de Harry de su mesa observándolo con escepticismo.

— ¿Dónde están los demás trastos?

— ¿Trastos? —dijo Harry levantándose torpemente, incapaz de creer que hubiera hecho aquel anuncio delante de toda la oficina.

El EngañoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora