El laburo. Así le decían los argentinos a la chamba. Al camión le decían colectivo. No se hablaban de tú, sino de "vos". A Tabita estas variaciones de su idioma le divertían, recordaba lo maravilloso y complejo que puede ser el español, pues cambia mucho depende de dónde estés y con quién lo hables. Rápido aprendió a usar estas palabras argentinas, a veces por las buenas, escuchando a los demás e imitando, o leyendo, o a veces por las malas, cuando trató de buscar cajeta en el súper...perdón, en el almacén.
Su rutina era simple, pero tranquila y feliz. Se levantaba, veía el noticiero mientras desayunaba (se emocionaba mucho cuando transmitían los discursos y entrevistas de Milei) caminaba para tomar el colectivo para ir a trabajar, a la una era su hora de almuerzo y aprovechaba para convivir con sus compañeros y hacer amigos, algo que le costaba un poco de trabajo, pero que un tiempo después, logró. También hizo amistad con sus roomies, Sandra y Mariana, eran dos jóvenes hermanas que trabajaban en Buenos Aires como ella. Ellas eran las únicas que realmente sabían que Tabita estaba enamorada de Milei, aunque ella nunca se los dijo, se daban cuenta cuando la sorprendían sonriendo mientras veía el insta del ahora candidato presidencial.
-Dale, flaca, ¿qué hacés mirando el insta del Milei con esa cara?
—Eeeeh...nada, nada yo...
—¿A que te gusta el Peluca? Si sha sabemos que a vos te re gustan los hombres mashores...Pero el Milei es re feo, ¿viste?
—Ay, no, cómo crees...O sea, me tengo que informar de quiénes son los candidatos para la presidencia, ¿no?
—Pero vos todavía no podés votar, no te han dado la nacionalidad, además, te la bancás nomás mirando al Milei, ¿viste?
Tabita recordaba esta conversación con Mariana, mientras cuando de repente su jefa, Sarita, entró en el diminuto espacio que era oficina.
—Hola,Tabita, ¿cómo estás?
—Ah, hola Sarita, yo...
—Oshe, te tengo una noticia re piola: ¡acabamos de recibir un manuscrito de Javier Milei! Su contrato con Ánfora terminó y no lo va a renovar, quiere publicar con nosotros, tenemos una semana para hacer el dictamen y asignarle un editor, pero nadie puede: Andrés está con lo del poemario ese groso, Mirta está en España y Alberto, bueno, tuvo un accidente...¿Vos podrías ver lo del manuscrito? Los consultores vienen...
—¿Qué? A ver, a ver, barajéamela más despacio: ¿¡dijiste JAVIER MILEI?! El, el candidato?
—Sí...Tiene mucho potencial para las ventas, pero aún así hay que asegurarnos de que su libro esté bien hecho y todo...
—¿Y, quieres que yo sea su editora?
—¡Sí! Pero no te preocupés, mirá, lo tenemos todo resuelto: te vamos a dar un currículum más copado, con más clase,¿entendés? Tenemos que darle la imagen a Milei de que somos la mejor editorial para que publique, además, vos sabés que no muchas editoriales quieren trabajar con él después de lo que dijo...
—Sí...
—Pero nosotros vamos a aprovechar esa polémica y vamos a cerrar un contrato con Milei. Mirá, tenés que dar la apariencia de que sos una gran editora, que tenés experiencia en Planeta, que conocés el mercado... ¿sí? No nos fashes, nos reunimos con él el jueves...gracias...
—Pe-pero yo, yo...
Tabita se quedó sin palabras, y sin aliento, y sin nada. No podía creer lo que escuchó de Sarita. ¡Javier Milei! Su amor de varios años...Iba a conocerlo, ¡iba a verlo! Y no sólo eso...¡iba a trabajar con él!
El jueves...el jueves...se veía tan lejano...era lunes. Tres largos días...para por fin conocer a aquel hombre que definitivamente no le gustaba nada, ni estaba enamorada de él. Que claramente no veía sus redes todos los días y se lo comía con los ojos cuando lo veía en televisión. Por supuesto que no sonreía cuando lo veía sonreír. Obvio que no estaba enamorada de él.
Aunque Tabita estaba que no cabía del gozo por poder conocer a Milei, se sentía insegura sobre su experiencia como editora. Había hecho su carrera con especialización en gestión editorial y cursado un diplomado de edición, estaba preparada, tenía las habilidades, pero no la experiencia. Y a ella le producía un pavor enorme no estar a la altura de un trabajo como ese. Pero tenía que hacerlo, no había de otra. A veces así es la vida. No puedes esperar a estar preparado para todo, a veces, tienes que aprender sobre la marcha.
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¡Viva el amor, carajo!
RomantikLa joven Tabita es una editora muy talentosa que se ha mudado de su natal Monterrey, México, a Buenos Aires, Argentina, para trabajar en la empresa de sus sueños. Un "error" en la editorial la lleva a terminar trabajando con su amor platónico de va...